Las belugas son uno de los animales más expresivos que habitan en los océanos. Sonríen, lloran, fruncen el ceño y son capaces de crear una infinidad de sonidos diferentes, de ahí que también se las conozca como “canarios de mar”. Además, son los cetáceos más sociales que existen en la naturaleza y se comunican a través de un sofisticado lenguaje que transmiten de generación en generación, creando lazos sociales profundos y generando cultura entre sí.

Una de las características más curiosas de las belugas es su melón, un gran bulto esponjoso ubicado en su frente que les permite situarse en su entorno y hablar con otros cetáceos. Este melón está compuesto de grasa y tejido suave y, a diferencia del de todas las demás ballenas dentadas, el de las belugas puede moldearse y cambiar de forma para crear distintos tipos de sonidos.

El melón permite a las belugas orientarse mediante la ecolocación.

Estos animales se comunican a través de los sacos nasales que tienen alrededor de su espiráculo. El melón se encuentra justo en frente de este agujero y recibe instrucciones directas del cerebro, que está contenido en el interior de esta estructura esponjosa, para enfocar y proyectar los sonidos emitidos. Según las necesidades comunicativas que tienen en cada momento, las belugas moldean su melón para crear unos sonidos u otros.

El melón de las belugas.
Foto: Istock

El melón de las belugas está compuesto de grasa y tejido suave.

Un GPS natural

El melón también es como un GPS natural. Gracias a este, las belugas pueden amplificar los clics que emiten para orientarse mediante la ecolocación, un sistema que consiste en enviar ondas de sonido que rebotan con los objetos del entorno y devuelven un eco que da información sobre este. Así, las belugas pueden saber qué objetos hay bajo el agua y encontrar agujeros en el hielo. 

Con solo tres años de edad, las belugas ya saben identificar más de un millar de sonidos diferentes que aprenden de sus familiares más cercanos. También son capaces de identificar y responder ante un nombre específico que sus madres les asignan al poco tiempo de nacer. De esta manera, incluso cuando están lejos de su grupo, pueden reconocer a distancia el lenguaje particular de su familia y regresar con las demás belugas.