Su cuerpo está completamente adaptado al medio acuático Las capibaras viven junto a ríos y humedales, por lo que su cuerpo está perfectamente adaptado a la vida acuática. De hecho, dependen del agua para sobrevivir . Así, por ejemplo, tienen unos pies palmeados , con unas patas traseras dotadas de una membrana interdigital que les ayuda a nadar con facilidad. Además, tienen un pelaje denso y resistente al agua que les sirve para mantener la temperatura corporal y a desplazarse con facilidad. La colocación de sus ojos, en la parte alta de la cabeza, les es de gran ayuda a la hora de desplazarse por el agua, pues pueden ver, e incluso respirar, cómodamente mientras nadan. Sus afilados dientes incisivos siempre crecen Se alimentan principalmente de hierbas y plantas acuáticas, y, ocasionalmente, de cortezas y frutos. Tienen unos dientes prominentes y afilados que pueden causar daño si se sienten amenazadas. Sus incisivos no paran de crecer, y se van desgastando a lo largo de su vida, como ocurre con muchos roedores. Tienen un pelaje impermeable El pelaje de las capibaras es impermeable por varios factores. Por un lado, cuentan con unas glándulas sebáceas que producen una sustancia aceitosa que les ayuda a marcar el territorio y también para repeler el agua. Por otra parte, sus pelos son densos y gruesos, lo que les permite mantener la piel seca incluso cuando están sumergidos. Se comen sus propios excrementos Las capibaras se cuentan entre los pocos animales del planeta que en ocasiones se alimentan de sus propias heces , una práctica que en biología se conoce con el nombre de ‘coprofagia’. En concreto, estos roedores ingieren ocasionalmente sus propios excrementos después de cada excreción. Se comen las primeras deposiciones, los excrementos, blandos y pegajosos, fermentados por unas bacterias especiales que tienen en el ciego, lo que les permite extraer el máximo de nutrientes de sus alimentos, ricos en celulosa. Se reproducen en el agua Las capibaras pasan gran parte de su vida en el agua, incluso copulan. Cuando una hembra entra en celo, un macho empieza a seguirla de cerca, a veces durante largos periodos de tiempo, antes de que se produzca el apareamiento. La cópula suele durar solo unos segundos , pero una hembra suele hacerlo varias veces por periodo de celo. Las crías nacen a los 150 días, en camadas de entre 2 y 8 individuos. Se destetan a los 3 meses, durante los cuales maman tanto de su propia madre como de las otras hembras del grupo, que suelen estar estrechamente emparentadas. Son animales gregarios y sociales A las capibaras les gusta vivir en comunidad. Generalmente, se agrupan en comunidades de unos 10 individuos, aunque durante la estación seca pueden formar comunidades de hasta 100 ejemplares . Son animales crepusculares, con lo que están más activos durante la salida o la puesta del sol, aunque si se sienten amenazados pueden permanecer despiertos durante toda la noche. Emiten una gran variedad de vocalizaciones Una de las características más destacables de las capibaras es que son capaces de emitir una gran variedad de vocalizaciones. Se desconoce su finalidad, pero se sabe, por ejemplo, que son muy frecuentes entre los ejemplares más jóvenes. A veces las capibaras se confunden con animales domésticos. Por ejemplo, algunos ejemplares reproducen una especie de ladrido para advertir del peligro. Se guían por el olor El olor es muy importante en el mundo de las capibaras. Estas criaturas se guían por el olfato para aparearse y para establecer su dominancia. Por ejemplo, los machos tienen una protuberancia en la parte superior del hocico que segrega un líquido blanco cuyo olor sirve como ‘huella dactilar’ olfativa que señala el estatus del individuo y que esparcen por el territorio frotándose contra árboles y arbustos. Tanto machos como hembras segregan una serie de sustancias químicas muy individualizadas que les sirven para reconocer a miembros del grupo y marcar el territorio.