Desde la ornamentada cola del pavo real hasta la distintiva melena del león, las diferencias sexuales específicas entre machos y hembras abundan en todo el reino animal. Tanto es así, que los rasgos icónicos asociados con el dimorfismo sexual conllevan del mismo modo notables diferencias tanto en el comportamiento, la ecología, la historia de vida y la fisiología de cada uno de los sexos de algunas especies.
Así, aunque algunos rasgos sexuales extravagantes y extremos fruto del dimorfismo sexual pueden proporcionar ventajas intrasexuales en términos de éxito reproductivo, en muchas ocasiones estas ventajas se traducen en un coste para quienes los exhiben. Véanse, por ejemplo, aquellas especies de aves en la que los machos, sometidos al criterio de las hembras, desarrollan exuberantes coloraciones que les hacen mucho más detectables a ojos de los depredadores.
Comprender las compensaciones de esta diversidad fenotípica asociada al sexo es uno de los temas centrales de la biología evolutiva. Sin embargo, examinar las consecuencias últimas de este tipo de diferencias siempre ha sido un gran desafío debido a la dificultad para obtener datos de las poblaciones en libertad de muchas especies.
Ahora, no obstante, un equipo de científicos de las universidades de Baylor y California, analizaron las consecuencias de estas diferencias sexuales en una población de elefantes marinos del norte -Mirounga angustirostris- donde machos y las hembras difieren dramáticamente. Sus resultados se publican esta semana en la revista Open Science de la Royal Society en un artículo titulado Trade-offs between foraging reward and mortality risk drive sex-specific foraging strategies in sexually dimorphic northern elephant seals.
Para llevar a cabo su estudio, el equipo liderado por Sarah Kienle, profesora del departamento de biología de la Universidad de Baylor y autora principal del trabajo, analizaron durante más de 10 años los patrones de movimiento, comportamiento de buceo, éxito de búsqueda de alimento y tasas de mortalidad de machos y hembras de una población de elefantes marinos del norte afincada en las aguas del océano Pacífico.
Foto: Kienle S. et al
Seguimiento vía satélite del comportamiento de buceo de 39 machos y 17 hembras de elefantes marinos del norte (Mirounga angustirostris). Los machos (azul) se desplazan a las áreas costeras y se alimentan en la plataforma continental.
Las hembras (naranja) viajan y se alimentan por todo el Pacífico Norte.
"Las hembras son depredadores de buceo profundo en hábitats de océano abierto, mientras que los machos son depredadores bentónicos que bucean a poca profundidad en los hábitats de la plataforma continental", explica la investigadora. "Esto se traduce en que los machos ganan seis veces más masa corporal y adquieren energía hasta 4,1 veces más rápido que las hembras", continúa. "Sin embargo, el alto éxito de búsqueda de alimento conlleva una alta tasa de mortalidad en los machos, que tienen hasta seis veces más probabilidades de morir que las hembras", añade.
La explicación al fenómeno consiste en que los machos utilizan una estrategia de alimentación con un alto riesgo de mortalidad para alcanzar los grandes tamaños corporales necesarios para competir por las hembras, ya que solo una fracción de los machos más grandes se aparean. Las hembras, por el contrario, utilizan una estrategia de alimentación con un menor riesgo de mortalidad, lo que maximiza el éxito reproductivo al tener descendencia una vez al año durante la mayor parte de sus vidas. "Nuestros resultados destacan las compensaciones entre las recompensas de búsqueda de alimento y el riesgo de mortalidad pueden afectar de manera diferente la capacidad de cada sexo para maximizar la condición física", añade Kienle. "Pero también como los rasgos específicos relativos al sexo pueden generar disparidad en las tasas de mortalidad", concluye.