Según el informe de 2022 del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), en los últimos 50 años, las poblaciones de especies de vertebrados han disminuido un 68 %. Y es que, a pesar de todos los avances en materia de tecnología, los datos en cuestiones de naturaleza son devastadores: la pérdida de diversidad de especies y ecosistemas sigue aumentando a pesar de que los seres humanos dependen por completo de ellos, pues son los que proporcionan agua, alimento, medicamento, ropa y energía, entre otros recursos.

Por eso, con la motivación de conciliar sobre la importancia de proteger, respetar y convivir con las 8 millones de especies que viven en la Tierra, así como cuidar los recursos de los que dependen, la ONU estableció el 22 de mayo como el Día Internacional de la Diversidad Biológica. El mensaje era claro: cada pieza de un ecosistema depende de las demás y la pérdida o modificación de algún recurso o factor implica un efecto dominó no reversible en algunos casos.

QUÉ ES LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA

La diversidad biológica, o biodiversidad, es un término usado para hacer referencia a la amplia variedad de plantas, animales, microorganismos y, en general, seres vivos existentes en el planeta. También incluye las diferencias genéticas dentro de cada una de las especies, así como toda las variedades de ecosistemas y cada uno de los diferentes tipos de relaciones entre seres vivos y recursos que se establecen en ellos.

La biodiversidad se encuentra en todas partes, desde el mar, las montañas o las superficies llanas. Incluso en el aire o los estanques. Y es que, los ecosistemas donde residen las especies pueden ser tan grandes como un desierto o tan pequeños como un charco de agua estancada. En ellos, cada elemento depende enteramente del resto, ya sean pequeños cambios en la temperatura ambiente o desapariciones de alguna especie por causas de contaminación o cambio climático.

De hecho, todos los ecosistemas, incluso aquellos que están muy alejados, se encuentran conectados entre sí. Por ejemplo, cada año, los bosques de la Amazonia se fertilizan con el fósforo contenido en las 22000 toneladas de polvo transportado por le viento desde el Sahara, a miles de kilómetros de distancia. Por lo tanto, si un elemento implicado en la producción de polvo en el desierto fallara, la Amazonia no sería fertilizada y su diversidad se vería afectada, lo que implicaría un perjuicio a su equilibrio y una pérdida de su capacidad natural de proporcionar servicios vitales a la humanidad.

TIPOS DE BIODIVERSIDAD

Al hablar de diversidad biológica, se diferencian tres tipos. El referirse a un término o a otro dependerá del aspecto al que se desea hacer referencia.

  • Diversidad genética. La diversidad genética hace referencia a las diferentes combinaciones genéticas que se pueden dar dentro de una especie, las cuales hacen único a cada uno de los individuos. Y es que, no hay lugar para la repetición: las miles de combinaciones genéticas posibles hace irrepetible a cada ser vivo.
  • Diversidad de especies. Esta clase de biodiversidad abarca a todos los distintos tipos de especies que conviven en un solo ecosistema. Por ejemplo, en un pequeño riachuelo de agua dulce podemos encontrar diferentes tipos de plantas, árboles, peces, pájaros, insectos y microorganismos, todos diferentes entre ellos, pero capaces de respetarse y habitar el mismo entorno compartiendo el espacio vital.
  • Diversidad de ecosistemas. Con este término se describe a los diversos tipos de áreas, cada única con características que las hacen únicas y diferentes al resto, y que permiten el sustento y crecimiento de numerosos tipos de especies. Podremos hablar dentro de este grupo de ecosistemas marinos y terrestres. Los primeros referidos a zonas acuáticas con el agua salda como principal componente y los segundos referidos a hábitats donde predomina un terreno o un suelo.

¿POR QUÉ EL 22 DE MAYO?

Que el día de la Diversidad Biológica se celebre cada 22 de mayo no es pura causalidad y es que, la historia tras ese término tiene casi 40 años. Así, la primera vez que se utilizó el nombre de “diversidad biológica” fue en el año 1985, en el Foro Nacional sobre la Diversidad Biológica en de Estados Unidos, donde se trató el tema con de forma oficial y con tono de preocupación por primera vez. Un par de años más tarde, el etomólogo Edward O. Wilson, profesor de la Universidad de Harward, tituló los resultados del foro bajo el nombre de “biodiversidad”.

El 1992, la Organización de las Naciones Unidas organizó la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, en la cual se trató la necesidad de conciliar a toda la población sobre la preservación de la biodiversidad al mismo tiempo que se produce el progreso humano. Los criterios para esta preservación fueron la sostenibilidad y la sustentabilidad, pero no fueron publicados hasta el 22 de mayo de 1994, en el Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica, en Nairobi.

Cumbre de la Tierra
ONU

Foto de grupo de los líderes mundiales reunidos para la Cumbre de la Tierra en 1992

Aún así, la biodiversidad seguía siendo un tema algo escondido y su pérdida seguía avanzando a niveles vertiginosos, por lo que, en el año 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió establecer el 22 de mayo como Día Internacional de la Diversidad Biológica, haciendo homenaje al concilio firmado ese mismo día de 1994 en Nairobi y pretendiendo que sus preocupaciones llegasen a toda la población mundial. Bajo este mismo criterio, el año 2010 fue denotado como Año Internacional de la Diversidad Biológica.

IMPORTANCIA DE PROTEGER LA BIODIVERSIDAD

La diversidad biológica es esencial para mantener la vida en el planeta y es responsabilidad de todos aquellos que habitan en ella respetar al resto de especies y convivir de forma armónica. Cada especie de cada ecosistema es sumamente importante: eliminar o modificar una podría desencadenar un efecto dominó que afecte al resto de seres vivos, perjudicando la supervivencia.  Todos los elementos tienen su función y son igual de imprescindibles: los bosques regulan el clima, las abejas polinizan, los arrecifes albergan una cuarta parte de todas las especie marinas del mundo, los manglares capturan el dióxido de carbono de la atmósfera, los árboles generan oxígeno, los recursos naturales generan materia prima…

La actividad humana de los últimos años ha contribuido a deteriorar la biodiversidad existente en el planeta de forma considerable. Desde el aumento de población que ha conllevado una invasión de ciertos hábitats, hasta el aumento de las emisiones de gases invernaderos que deterioran su salud medioambiental. A ello se suman las actividades de deforestación, que disminuyen las áreas de bosques y verde, o las cazas masivas que reducen los ejemplares de ciertas especies de forma peligrosa.

Los recursos sostienen la vida: los peces proporcionan el 20% de las proteínas animales a unas 3000 millones de personas alrededor del mundo, más del 80% de la dieta humana está basada en plantas y hasta el 80% de las personas que residen en zonas rurales de países en desarrollo dependen de medicamentos naturales que encuentran en la riqueza de los ecosistemas. Y no solo eso, una menor salud global implica una mayor aparición de enfermedades transmisibles, tanto entre animales como entre humanos. Las consecuencias son claras y la única forma de evitarlas es implicarse en el cuidado de la biodiversidad.

TENDENCIA ACTUAL

Actualmente, se puede confirmar que casi todos los ecosistemas terrestres han experimentado un cambio radical como fruto de las acciones humanas. Los datos son únicos, pues nunca en la historia de la humanidad de ha producido una pérdida de biodiversidad y unos cambios ambientales a una velocidad tan grande, por lo que no hay información exacta sobre las terribles y devastadoras consecuencias que puede deparar. Además, no hay indicios de que el proceso se esté ralentizando.

La extinción de especies es parte del curso natural de la vida en la Tierra. Sin embargo, la actuación de los seres humanos no hace más que acelerar el ritmo de desaparición hasta, en algunos casos, a una velocidad cien veces mayor de lo que lo haría sin la presencia de los humanos. Es responsabilidad de los gobiernos, con políticas verdes, y de los ciudadanos, con acciones respetuosas con el medio, cambiar ese ritmo y conseguir devolver el ritmo global a su velocidad natural.

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