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Hokkaido, la isla japonesa en la que reina la naturaleza
La singularidad de Japón muestra su cara más salvaje en la isla norte del país. En Hokkaido, belleza y crudeza se dan la mano para brindar algunos de los paisajes más impresionantes de Asia.
Actualizado a
David Miranda
Periodista especializado en política internacional y naturaleza
Separada de su hermana Honshu por el estrecho de Tsugaru, la isla de Hokkaido es una de las joyas naturales más valoradas de Japón. Hogar ancestral del pueblo ainu, esta singular isla que otorga su nombre a la prefectura que la gobierna es una caja de sorpresas en sí misma: ubicada en el Cinturón de Fuego del Pacífico, sus orígenes volcánicos hacen de ella un entorno en el que coexisten microclimas, grandes volcanes durmientes y entornos naturales de una belleza única.
Desde las alturas del monte Yotei a las aguas del Pacífico, Hokkaido ha cautivado los corazones tanto de naturalistas como de amantes de los deportes de invierno por su infinidad de paisajes y entornos que presentan sus mejores versiones tanto en verano como en invierno. Allí, la naturaleza se abre paso con total esplendor exhibiendo algunos de los paisajes más singulares de la Tierra.
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La pureza invernal del Estanque Azul
Conocido como uno de los destinos turísticos por excelencia de Japón, el Estanque Azul de Hokkaido es un espectáculo de la naturaleza durante todo el año. A su belleza única en la época invernal, en la que se congela para otorgar a sus alrededores un ambiente mágico, se une su impresionante ubicación para hacer de él un entorno tremendamente especial lleno de contrastes cuando se avecina la primavera.
Ubicado en los alrededores de Biei, otro de los lugares más especiales de esta isla japonesa, la fama de esta laguna nació por casualidad al ser ideada para evitar los daños ocasionados por las corrientes de lodo del vecino monte Tokaichi. Sin embargo, es la tonalidad de sus aguas la que ha hecho de este lugar un entorno mágico y espiritual: su color varía desde el turquesa intenso hasta el esmeralda, dependiendo de la estación en la que se encuentre, el nivel de precipitaciones y las impurezas provenientes del agua de la cascada de Shirahige.
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Una explosión de color floral en Biei
Ubicada cerca del centro geográfico de la isla de Hokkaido, a las faldas de la cordillera Tokachidake, la belleza natural de Biei emerge como un colorido mosaico para dotar de vivacidad a sus campos y laderas.
Lavanda, girasol, amapola, cosmos o salvia púrpura son algunas de las especies vegetales que tiñen de color la enorme variedad de cultivos de la zona. Su cercanía al Estanque Azul y los coloridos paisajes de Biei la convierten en uno de los lugares más especiales de la zona central de la isla japonesa.
Foto: Paul Mckenzie / Cordon Press
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Un invierno dominado por la nieve y el frío
La prefectura más septentrional de Japón es una caja de sorpresas en sí misma. La misma isla que en verano se convierte en uno de los destinos turísticos más visitados de Japón por sus playas de arena blanca y paisajes de ensueño se convierte en un paisaje duro y frío cuando llegan las primeras nieves.
La clave se encuentra en la orografía de su terreno: la región cuenta con numerosas montañas, siendo la más alta el monte Asahi, elevándose hasta los 2,290 metros de altura, así como numerosos sistemas montañosos que la convierten en uno de los principales destinos del país para practicar deportes de invierno.
De este modo, los ríos que nutren de vida la isla transcurren desde los picos nevados hasta las llanuras de la parte central de la isla como la de Toya, donde sus fuentes termales hacen mella en su clima, mucho más templado. Esta variedad de ecosistemas, unida a sus paisajes volcánicos, hace que la naturaleza encuentre en Hokkaido un lugar en el que expresar su lado más salvaje.
Foto: Paul Mckenzie / Cordon Press
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El cisne cantor se prepara para su migración anual
La elegante estampa de los cisnes cantores se deja notar en los alrededores del lago Kussharo cuando se avecina el invierno y sus aguas comienzan a congelarse. Estas aves migratorias, caracterizadas por su impresionante canto, habitan las latitudes del norte de Europa y el continente asiático durante los meses estivales para proceder a su migración anual a la llegada del otoño.
Para aquel entonces, aunque las temperaturas rocen los -20º C como en esta ocasión, sus polluelos ya habrán crecido lo suficiente como para emprender el largo viaje hacia el sur, donde pasarán el verano en latitudes más cálidas.
Durante estas impresionantes migraciones, los cisnes cantores pueden llegar a recorrer más de 3.000 kilómetros en busca de climas más adecuados, alzándose hasta casi 2.500 metros de altura para aprovechar las corrientes del aire con su poderosa envergadura.
Es durante estas travesías cuando los cisnes se enfrentan a la destrucción de sus hábitats y al cambio climático, dos de las amenazas que están desafiando la supervivencia de una especie cuyas poblaciones han sufrido declives en las últimas décadas debido a su naturaleza viajera.
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El monte Yotei, hogar de los deportes de invierno
Ubicada en mitad del Cinturón de Fuego del Pacífico, la isla de Hokkaido se encuentra en una de las regiones del mundo con mayor actividad de las placas tectónicas. Concretamente, las islas que componen Japón se ubican sobre el borde de la placa del Pacífico, que se está deslizando por debajo de la placa Euroasiática. Es esta fricción entre las placas tectónicas la que da lugar a la gran actividad volcánica y sísmica del país, explicando así la presencia de numerosos volcanes en todo el país, siendo el más destacado el monte Fuji.
Guardando similitudes con el monte Fuji, su "hermano mayor" de la isla de Honshu, el monte Yotei domina las alturas de Hokkaido desde sus 1.898 metros de altura. Conocido por su cono perfectamente simétrico y por su apariencia similar a la del monte Fuji, el monte Yotei es la segunda mayor elevación de la isla tras el monte Asahi. Su geología única hace de este volcán durmiente un monte tremendamente especial, compuesto formado por la acumulación de cenizas y lava durante millones de años.
A pesar de que ha permanecido inactivo durante siglos, en la actualidad se practican en sus alrededores numerosos deportes de invierno, por lo que los científicos siguen monitorizándolo constantemente al considerarlo todavía un volcán activo. Dadas las particularidades geológicas de la isla, todas las precauciones son pocas.
Foto: Tony Wu / Cordon Press
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Ardillas voladoras, unas maestras de la adaptación
Las ardillas voladoras de Siberia (Pteromys volans) bien podrían haber hecho gala de su capacidad de planear para extenderse a lo largo y ancho del planeta. Sin embargo, a pesar de lo que indica su nombre, esta curiosa especie de roedor no solo habitan las frías tierras siberianas, sino que se extienden también a lo largo de América del Norte y ciertos puntos de Asia.
Uno de ellos es la isla de Hokkaido, donde encuentran una gran cantidad de bosques entre los que planear gracias al patagio, el repliegue de la piel que luce en sus costados y que le permite planear distancias de hasta 35 metros.
Su pequeño tamaño – de 5 a 6 centímetros– y sus grandes ojos le permiten volar con gran rapidez entre las ramas sin ser detectada gracias a su pelaje oscuro. Es una ávida cazadora de insectos y durante la época de reproducción, que tiene lugar durante el verano, cada madre puede tener hasta tres crías por camada.
Algunas de sus subespecies, como la vecina Pteromys volans orii, habitante de la isla de Honshu, están en peligro de extinción debido a la pérdida de hábitat y la fragmentación de su hábitat natural. Sin duda, se trata de uno de los habitantes más ilustres de los bosques de Hokkaido.
Foto: Tony Wu / Cordon Press
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Una danza reproductora bajo el agua
Aunque gran parte de la magia de Hokkaido tiene lugar en tierra firme, bajo el agua tienen lugar algunos de los espectáculos más bellos de la naturaleza. Es el caso de la puesta de huevos de Lottia emydia, una especie de caracol marino que ha llegado a las costas de Hokkaido proveniente de las costas del Pacífico de Norteamérica.
Su reducido tamaño –1,5 centímetros de diámetro y 2 centímetros de altura– hace de ellos unos habitantes perfectos de la zona intermareal, ubicándose en las rocas y superficies duras que le proporcionan el equilibrio para vivir entre la marea alta y la marea baja.
Su reproducción mediante la puesta de huevos es de una belleza tremendamente singular, pues además la especie es clave en el mantenimiento del equilibrio del ecosistema costero al ser un importante consumidor de algas.
Foto: Markus Varesvuo / Cordon Press
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La lucha por la supervivencia
Un águila pescadora y una grulla japonesa se baten en duelo por un trozo de comida con el que llenar el estómago durante el frío mes de febrero bajo la nieve de Hokkaido.
Se trata de dos de las especies de ave más emblemáticas de la isla y comparten el mismo gusto por el pescado. Es por ello que, debido a la impresionante envergadura de ambas especies y su portentoso tamaño, sus choques son temibles.
En estos envites, la habilidad cazadora y el tamaño de estas aves se equiparan, especialmente cuando el hambre hace mella. Durante la época invernal, los lagos y ríos de la isla de Hokkaido se convierten en verdaderos cotos de caza para estos dos pesos pesados del aire. Es entonces cuando la isla de Hokkaido presenta su cara menos amable y los instintos más primitivos toman las riendas de la situación.