El musgaño enano (Suncus etruscus) no es más grande que el dedo pulgar de una persona adulta y apenas pesa una cuarta parte de un gramo. Pero para sobrevivir en invierno tiene que comer unas ocho veces su peso corporal, pues no es capaz de hibernar. Una ardua tarea cuando escasea el alimento. Pero precisamente cuando empieza a faltar la comida, nada mejor que entrar en modo de ahorro. Es lo que ha desvelado un equipo científico en un estudio publicado  en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Según sus conclusiones, estas criaturas pierden hasta el 28 por ciento del volumen de la corteza somatosensorial del cerebro, lo que, según los expertos, podría servirles para ahorrar energía.

Estas diminutas criaturas pierden en invierno hasta el 28% de su masa cerebral

Un equipo de científicos llegó a esta conclusión analizando imágenes obtenidas por resonancia magnética. Con ellas descubrieron que esta área del cerebro había perdido cerca del 30% de su volumen durante los meses de invierno, aunque la masa neuronal volvió a desarrollarse durante el verano siguiente. Comprobaron que los cerebros de las musarañas se encogían incluso cuando los animales disponían de comida ilimitada, y no presentaban cambios significativos cuando se modificaban las condiciones de luz en el laboratorio. Pensaron que este fenómeno podría tener una doble explicación: por un lado, algún factor interno independiente del contexto; por otro, una reacción a la adaptabilidad a la disponibilidad de alimentos.

Cambios en el cuerpo en verano e invierno

La comunidad científica había demostrado anteriormente que algunas musarañas alcanzan su tamaño máximo durante el verano, para luego reducir considerablemente parte de su organismo, (incluidos el cráneo y el cerebro) durante la temporada invernal. Alrededor del mes de febrero empiezan a crecer de nuevo, alcanzando su máximo tamaño durante la primavera. Un ciclo conocido con el nombre de fenómeno de Dehnel, en referencia a August Dehnel, descubridor de esta rareza zoológica.

Alrededor del mes de febrero empiezan a crecer de nuevo, alcanzando su máximo tamaño durante la primavera en lo que se conoce como el fenómeno de Dehnel.

Saikat Ray del Centro Bernstein de Neurociencia Computacional de Berlín, tenía curiosidad por ver si el fenómeno de Dehnel también existe en el musgaño enano. Aprovechando que tenían una colonia en el laboratorio, Ray, ahora estudiante posdoctoral del laboratorio Nachum Ulanovsky en el Instituto Weizmann de Israel, decidió realizar resonancias magnéticas a estas criaturas en busca de respuestas. Junto a su equipo observaron los resultados de las resonancias cerebrales practicadas a 10 musarañas durante un año, empezando desde los meses de verano y descubrieron que el volumen del encéfalo se reducía durante el invierno, a pesar de que los animales permanecían bajo una luz y oscuridad constantes durante 12 horas a una temperatura constante y con acceso ilimitado a comida.

Muy pocas reservas energéticas

La explicación, según apuntan los investigadores, radica en que estas musarañas tienen unas tasas metabólicas excepcionalmente altas, pero unas reservas de energía muy bajas, por lo que la reducción del tamaño de esa parte del cerebro les ayuda a sobrevivir en el medio natural durante períodos de escasez de alimentos, como las temporadas invernales. Una menor cantidad de neuronas en la corteza somatosensorial les puede ofrecer beneficios metabólicos directos (un menor consumo de energía), pero este podría no ser la única ventaja. Según los investigadores, este cambio también podría tener implicaciones en el sentido del tacto, lo que podría llevar a estos pequeños mamíferos a ser “menos exigentes” a la hora de elegir las presas, un comportamiento que había sido observado en la naturaleza aunque hasta la fecha no se había podido documentar. Un ejemplo: en verano estas criaturas se alimentan de lombrices de tierra, pero hacen caso omiso a los ciempiés, que para ellas tienen una forma similar. En invierno no le hacen ascos a nada, presumiblemente por la pérdida de capacidad de detección del tipo de presa.

¿Cómo logran estas musarañas reducir el tamaño del cerebro en tan poco tiempo? ¿Tiene algún coste metabólico? Los científicos creen que el análisis pormenorizado de las características neuronales de estos pequeños mamíferos servirán para arrojar más luz sobre sus extraordinarias capacidades de adaptación.