El aumento de las olas de calor extremo en los últimos años se encuentra entre uno de los efectos más evidentes del calentamiento global actual. Efectos que además plantean una serie de amenazas para el bienestar humano. 

Estas amenazas resultan particularmente agudas en las regiones más pobres y cálidas de la Tierra, ubicadas en los trópicos, las cuales corren el riesgo de cruzar los umbrales de temperatura fisiológica de morbilidad y mortalidad humana, es decir, temperaturas por encima de las cuales aumenta considerablemente la probabilidad, sobre todo en sectores vulnerables de la población mundial, de contraer enfermedades y fallecer. 

Las llamadas olas de calor afectan notablemente a la superficie terrestre y los océanos: son causantes del aumento de la mortalidad en todo tipo de plantas así como de animales terrestres y marinos, lo que puede incidir directamente en la actual y futura disponibilidad de alimentos. Las olas de calor también pueden afectar a la disponibilidad, cantidad y calidad del agua para el consumo humano o el uso agrícola, además de resultar clave en la proliferación de toxinas y bacterias causantes de enfermedades.

Sin embargo, pese a que los efectos de las olas de calor son bien conocidos, sus repercusiones económicas han pasado desapercibidas hasta hace relativamente poco tiempo. Ahora, no obstante, un estudio publicado en la revista Science Advances bajo el título Globally unequal effect of extreme heat on economic growth acaba de poner por primera vez números al impacto económico de este tipo de fenómenos, cuantificando del calor extremo en el crecimiento económico a nivel mundial.

Las pérdidas económicas acumuladas entre 1992 y 2013 debido al calor extremo oscilaron entre 5.000 y 293.000 millones de dólares en todo el mundo.

"Sin conocer el alcance de las pérdidas económicas de las olas de calor, es difícil concebir estrategias de preparación y gestión de riesgos que sean proporcionales a sus costos", declaran su autores, quienes calculan que las pérdidas económicas acumuladas entre los años 1992 y 2013 debido al calor extremo antropogénico oscilaron entre 5.000 y 293.000 millones de dólares en todo el mundo. Unas perdidas que en la actualidad se traducen en un 6,7 % del PIB per cápita y año para las regiones de ingresos más bajos, y del 1,5 % para aquellas con ingresos más altos. 

Además, "existe una marcada diferencia en las pérdidas económicas entre las regiones con menor y mayor PIB, lo que demuestra que los efectos del cambio climático impactan de forma muy desigual entre los países ricos y los países pobres", explica en declaraciones a Science Media Centre España el Meteorólogo Superior del Estado adscrito a la Asociación Meteorológica Española, Ernesto Rodríguez Camino, quien al igual que los autores del estudio hace especial hincapié en la necesidad de obtener nuevos datos, sobre todo de las regiones más desfavorecidas, para mejorar los modelos. 

"Aunque el trabajo también se ha centrado en la intensidad de los episodios de calor extremo y no en otros aspectos muy relevantes como son su frecuencia y duración, constituye una contribución apreciable en la estimación de las consecuencias económicas globales del calor extremo", añade Rodríguez, "a las cuales, no lo olvidemos, habría que sumar el resto de los efectos negativos del cambio climático, como por ejemplo, una mayor frecuencia de lluvias intensas, de las sequías o el aumento del nivel del mar", concluye.