Un pacto de paz con la naturaleza es un compromiso voluntario y consciente por parte de las personas de trabajar juntas para proteger y preservar el medio ambiente, y que también implica reconocer que somos parte de un ecosistema más grande y que nuestras acciones tienen un impacto en el mundo natural. Así es como ha sido aclamado por la ONU el acuerdo alcanzado en la cumbre de biodiversidad COP 15 en Montreal.

Este hito se alcanzó el lunes 19 de diciembre después de que el presidente del Ministerio de Medio Ambiente de China, Huang Runqiu, aceptara los términos después de cuatro años de tensas negociaciones.

Ahora, 190 estados se han alineado para poner en marcha una batería de medidas destinada a salvar las tierras, los océanos y las especies de la Tierra de la contaminación, la degradación y la crisis climática.

Plan de acción

El plan de acción, que muchos ambientalistas han comparado con el plan histórico para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados según el acuerdo de París, promete asegurar el 30 % del planeta (tierra y mar) como una zona protegida para el año 2030.

Según los científicos, ese “30 x 30” es el mínimo a fin de detener la extinción masiva de especies. En la actualidad, solo el 17 % de la tierra y el 10 % de los océanos están protegidos.

El plan prevé proteger un tercio del planeta para el año 2030

Los 23 objetivos del acuerdo también incluyen el aportar 30.000 millones de dólares en ayuda anual para la conservación para los países en vías de desarrollo, así como salvaguardar los derechos de los pueblos indígenas como administradores de sus tierras, una demanda clave de los activistas.

No obstante, si bien la mayoría de ambientalistas y activistas considera que el acuerdo es histórico, también han advertido que aún queda la parte más difícil: ofrecer garantías de implementación real, que por el momento parecen escasas. Algo que deberá monitorizarse durante los próximos años, habida cuenta de que parece que estamos alcanzando un punto de no retorno.

Con todo, cabe espacio para la esperanza, tal y como ha declarado Lluis Brotons, investigador del CSIC en el Centro de Investigación en Ecología y Aplicaciones Forestales (CREAF): “Por lo menos ha habido un paso adelante en reconocer la importancia de hacer frente a la crisis de biodiversidad y acercarla un poco más al centro de la palestra política mundial. El desarrollo de planes de biodiversidad ambiciosos a nivel nacional y un marco de evaluación y monitoreo serán ahora los puntos fundamentales”.