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La construcción de una instalación para el prensado de la uva por parte de la cooperativa vinícola alemana Winzergemeinschaft Franken (GWF), en un terreno agrícola al noroeste de Baviera, ha propiciado unas excavaciones arqueológicas de emergencia, por parte de la empresa BfAD Heyse, que han destapado un tesoro arqueológico: cuatro entierros humanos del Neolítico. Dos de ellos estaban en mal estado de conservación debido a las herramientas de labranza, pero los otros dos conservados in situ se han descubierto en muy buen estado.
Un esqueleto corresponde a un hombre adulto apodado Fred que vivió durante la llamada cultura de Rössen de mediados del Neolítico (4600-4300 a.C.) y que murió cuando tenía entre 20 y 30 años de edad. El estado de conservación de su esqueleto resulta admirable, pero lo verdaderamente chocante es la perfecta dentadura blanca y reluciente que conserva después más de 6.000 años enterrado. "Los dientes generalmente se conservan bien porque son las partes más duras del cuerpo y están recubiertos de esmalte, pero que estén tan blancos y tan rectamente alineados es ciertamente algo fuera de lo común", comenta Scott Tucker, el director del proyecto de excavaciones en Buchbrunn, a National Geographic España.
Fred, un nombre que no le entusiasma para nada a Tucker, "fue colocado en la tumba sobre su espalda, con las piernas flexionadas y con un depósito de carbón junto a sus brazos que indica que se quemaron granos durante el rito funerario", destaca el arqueólogo. "Estamos en el proceso de recuperar la tumba como un bloque de tierra, con el fin de preservarla in situ y permitir que se exhiba públicamente después de ser analizada por el Instituto Antropológico Bávaro de Múnich", añade.
Un niño de 12 años en posición fetal
El otro esqueleto corresponde a un niño de unos 12 años de edad que vivió durante la cultura de la cerámica cordada (aproximadamente entre el 2800 y el 2350 a.C.), a finales del Neolítico, es decir, más de 1.500 años después de Fred. El niño fue depositado en la tumba sobre su lado derecho y con las piernas también flexionadas, en posición durmiente o fetal. "Junto a su cabeza había una copa para beber y un cuenco y, junto a estas vasijas, hemos encontrado una piedra de río sin labrar, parecida a un hacha de piedra de ese periodo. En las tumbas masculinas de esta cultura era común que se colocara un hacha en semejante posición, pero resulta curioso que no esté tallada, por lo que puede que fuera su hacha de juguete", dice Tucker.
"Estas tumbas que contienen esqueletos con posturas encogidas son típicas del Neolítico. No se conocen las razones exactas de estas posturas, pero obviamente no resulta difícil asociarlas con el sueño eterno o con un regreso a la posición fetal. Esta práctica se mantuvo durante todo el Neolítico y también durante la Edad del Cobre y la Edad del Bronce", concluye.