Un jacamar barbiblanco -Galbula tombacea- hace gala sus pequeñas plumas multicolor. El brillo iridiscente que hace que las aves como los pavos reales y los colibríes sean tan llamativos tiene sus raíces en un ajuste evolutivo en la nanoestructura de las plumas que ha más que duplicado la gama de colores iridiscentes que pueden mostrar las aves.