"...Quien la tira, va a por ella!".

Tras una caminata sufrida e interminable para llegar a Phuktal, uno de los templos más antiguos de todo el Tíbet indio, y después de escuchar las oraciones religiosas de la mañana de los monjes budistas, el fotógrafo Tomasso Vecchi se encontraba de camino de regreso cuando se encontró con este maravilloso grupo de niños monjes.

¡Les encanta pasar su tiempo libre jugando al fútbol", cuenta Vecchi. "Cuando la pelota se precipita por el barranco es sorprendente lo rápido que son capaces de recuperarla". Como sucede en casi cualquier parte del mundo, quien manda el balón fuera de los límites del terreno de juego establecido, en este caso tan solo una estrecha explanada a los pies de un precipicio, tiene que recuperarla mientras los demás lo miran.

"En este momento, sentí que el tiempo se había detenido". Aunque salvando las distancias, esta foto transportará a más de un lector a su tierna infancia; una repleta de reglas no escritas. Y es que, tanto o más universal que la propia Ley de la Gravedad, cuando se trata de una pelota extraviada pocos serán los que no reconozcan que, según "la Ley de la Botella...".