La reserva natural de Cherniye Zemlye, en Rusia, es una Reserva de la Biosfera proclamada por la UNESCO con 1.219 kilómetros cuadrados de superficie. Fue creada en 1993 para proteger al antílope saiga -Saiga tatarica-, cuyo número había ido decreciendo debido a la caza furtiva y a la desertificación causada por el sobrepastoreo de ovejas y cabras.
En 1950 la especie contaba con una población de 800.000 ejemplares que vivía en las estepas salvajes de las riberas del río Volga y cerca del mar Caspio. Pero tras la caída de la Unión Soviética, la caza furtiva aumentó con rapidez debido a la demanda de los cuernos de este antílope, muy valiosos en la medicina tradicional china.
En la actualidad, la población europea total de esta especie ha descendido a menos de 18.000 ejemplares. Puesto que la caza furtiva se centra en los machos, éstos constituyen ahora menos de un 10 %, unas cifras demasiado bajas para garantizar la supervivencia de la especie, que avanza rápidamente hacia la extinción.
Se trata de una de las mayores tragedias naturales que está teniendo lugar ante nuestros ojos en la moderna Europa: la desaparición de un animal extraordinario con un hocico en forma de trompa; una curiosa adaptación a un medio repleto de polvo.
Aunque no haya viento, una manada de saigas corriendo a 70 kilómetros por hora levanta una considerable cantidad de polvo en una árida estepa. La trompa del saiga, un ingenioso sistema de filtrado, también es útil para comunicarse con sus congéneres en las vastas extensiones de praderas que conforman su hogar.