Las primeras mochilas fotográficas que se adquieren suelen ser bastante pequeñas y luego van aumentando el tamaño a medida que crece nuestro equipo fotográfico. Pero, en ocasiones, hay que ser muy selectivo con el equipo que llevamos a las espaldas para no llevar de más... ni de menos.

Un truco recurrente es guardar siempre las cosas en el mismo lugar, por ejemplo, las tarjetas de memoria en el bolsillo de dentro de la parte de arriba, los cuerpos de cámaras y las lentes ordenadas en los mismos huecos, los accesorios tipo frontal de luz o linterna en un lateral exterior, todos los cables siempre en una bolsa interior, el chubasquero fino y, en el caso de fotografiar en exteriores, la funda para la lluvia de la mochila en el bolsillo exterior.

¿Cuál es la ventaja de esto? Cuando se llega al lugar de la sesión, siempre se va a realizar la preparación con más rapidez cuando se sabe dónde está cada cosa: tarjetas, baterías, lentes… Y también, a la hora de organizar la mochila de cero, saber qué es lo que falta por meter. Esto es, crear un protocolo que se repita.

Mochila fotográfica
Miry Fidalgo

Un dato importante es repartir bien los pesos dentro de la mochila, colocando los objetos más pesados en la parte inferior. Así, resultará más cómodo llevar la mochila y también será mejor para la espalda. Al igual que llevar los correajes de las asas de la mochila bien ajustados a la medida de la espalda para no sufrir con el peso.

Desde hace tiempo, las mochilas especificas para fotografía vienen con un interior reforzado para que el equipo no se dañe con posibles golpes, pero muchas veces, cuando se viaja en avión, se necesita aligerar peso de donde sea y una buena opción es envolver el material fotográfico por separado en wraps, telas de fieltro protectoras, específicas para este fin que venden las mismas marcas de mochilas fotográficas, para proteger el equipo dentro y, al mismo tiempo, aligerar peso.

VIAJAR CON TU MOCHILA

Mochila fotográfica
Antonio Liébana

A la hora de emprender un viaje, ya sea lejano o de ida y vuelta en un día, la mochila y lo que se lleva dentro debe de estar pensado y adaptado para ese viaje en concreto. No es lo mismo meter material fotográfico para un día que para un mes fotografiando en un lugar lejano. Depende mucho del plan que se tenga y es importante tenerlo muy en cuenta. Por ejemplo, si vamos a un lugar donde nos vamos a mover en coche o para llegar al lugar deseado no hay que andar mucho, no es mala opción meter lentes y material fotográfico pesado porque se sabe de antemano que va a ser viable su transporte y manejo.

La peor idea es llevar demasiado equipo que luego no se va a poder manejar con soltura y el fotógrafo va a estar incómodo. Es preferible llevar una cámara ligera y dos lentes pequeñas que se adapten al objetivo del reportaje fotográfico, para mayor comodidad del fotógrafo, lo que al final se verá reflejado en las fotografías.

Por ejemplo, en un viaje urbano a una gran ciudad como Nueva York o Chicago, si vamos a ir pocos días, hay que pensar bien el plan fotográfico y no llevar equipo de más que luego estorbará en la mochila y será un peso extra para espalda. Al final del día es posible caminar unos 20-25 kilómetros para conseguir el reportaje deseado.

Una opción es llevar una cámara de formato completo, con buena calidad de archivo, un gran angular para tomas amplias y generales, como un 14-24 mm o un 24-70 mm, y un tele versátil, tipo 70-200 mm para tomas más lejanas, detalles, retratos y desenfoques atractivos. Otra buena idea es tener dos tamaños de mochila para elegir, dependiendo del reportaje que se vaya a realizar.

TRUCOS

  • No cargar la mochila en exceso, pensar bien en el equipo realmente necesario
  • Envolver el equipo en fundas de tela para aligerar peso en la mochila
  • Adaptar la elección de la mochila dependiendo del equipo
  • Llevar una funda para la mochila resistente al agua para los días de lluvia o nieve
  • Guardar siempre las cosas en el mismo lugar
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