Lince ibérico

La joya mediterránea

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Por Andoni Canela

Observé por primera vez un lince ibérico a finales del siglo XX. En esa época, existían menos de cien ejemplares (¡tan solo 94 en el año 2002!). Era la especie de felino en mayor riesgo de extinción del planeta. Entonces, el lince ibérico solamente se encontraba en Andalucía, concretamente en dos rincones de Sierra Morena y Doñana. Eso hacía que observar un lince fuera una misión casi imposible. Ahora, veinte años más tarde, la población se ha multiplicado por ocho. El último censo dice que actualmente hay más de 800 linces en libertad. Poco a poco han ido reconquistando sus antiguos territorios, más allá de las fronteras andaluzas.

Paisaje típico del hábitat del lince ibérico en la sierra de Andújar.
Andoni Canela

SEMANA 1. EN SIERRA MORENA

Para salir en busca del lince, viajo hasta Sierra Morena, en concreto a la sierra de Andújar. Este fue el último refugio del lince ibérico. Aquí, empezó su recuperación. Esta sierra, ubicada en la provincia de Jaén, tiene áreas de bosque mediterráneo y matorral muy bien conservado. Conozco estas sierras y decido visitar alguno de los puntos de observación perdidos en el monte donde estuve años atrás.

Un grupo de ciervos al anochecer en la sierra de Andújar.
Andoni Canela

RÍO YEGUAS. CORAZÓN DEL MONTE MEDITERRÁNEO

Hago el viaje en invierno con la intención de observar el lince y conocer la situación actual del felino. La mañana es muy fría y la niebla invade el paisaje. Veo ciervos y conejos que pasean entre rocas cubiertas de musgo.

Junto a las urracas y las perdices, estas especies están muy relacionadas con el lince y su hábitat. Cuando la niebla se aclara un poco y asoma el sol sobre el cielo azul, distingo un águila imperial sobrevolando el territorio. Los conejos se apresuran a esconderse. El conejo es la presa principal del lince y su buen estado es imprescindible para la supervivencia del felino.

El valle del río Yeguas forma parte de ese último refugio del lince, cuando, a finales de los años 90, el felino estaba en su peor situación. Este río, que marca el límite entre las provincias de Jaén y Córdoba, serpentea abruptamente entre las sierras de Cardeña y Andújar. Estoy en el mismo lugar donde estuve hace dos décadas, durante los primeros años del primer proyecto LIFE de Conservación del Lince Ibérico. El proyecto europeo, dirigido por Miguel Ángel Simón y coordinado por la Junta de Andalucía sería la primera piedra en el largo camino de recuperación del lince.

Gracias a la estrategia a largo plazo, a las numerosas acciones del LIFE y al buen trabajo del equipo, el número de linces comienza a crecer. La población local se posiciona a favor del felino. Muchos propietarios de grandes fincas de caza (la mayor parte de los linces viven/ vivían ahí) colaboran también en la protección del lince. Al mismo tiempo, se amplía el área de distribución y aumentan las zonas con presencia estable de conejo. Pequeñas buenas noticias comienzan a darse para el felino más amenazado del mundo.

El paisaje a ambos lados del curso fluvial incluye especies arbóreas comunes en el bosque mediterráneo: encinas, alcornoques, quejigos, robles, pinos, madroños... Y estas se mezclan con otras especies características del matorral: jaguarzos, lentiscos, jaras y cantuesos. Entre la vegetación, destacan grandes bloques de granito, muy típicos de la sierra de Andújar.

Un encuentro inesperado y cercano con un lince en la sierra de Andújar.
Andoni Canela

A los linces les gustan especialmente las zonas de matorral espeso y mucho mejor si es variado, aunque sienten especial predilección por los lentiscos y las jaras. He visto a linces desaparecer literalmente entre las finas hojas de los lentiscos. Cuando hay sol, es imposible distinguir la silueta de un lince entre los claroscuros de las jaras (los jarales).

ENTRE BLOQUES DE GRANITO

Localizo el primer lince de este viaje junto a un bloque de granito. Los linces las utilizan como refugio; incluso, algunas madres construyen sus cubiles allí. En zonas con menos presencia de rocas, como por ejemplo en Doñana, también les gusta instalarlos en viejos troncos de alcornoque.

En este invierno húmedo, el granito también aparece decorado con musgos y líquenes, convirtiéndose en una auténtica obra de arte. Los tonos generalmente grises y pardos de estas rocas permiten al felino mimetizarse con facilidad. A eso, ayuda el diseño de su pelaje parduzco, cubierto de manchas: el tamaño, la cantidad y la distribución de estas puede variar de unos ejemplares a otros.

Hay linces con menos manchas y más grandes, mientras que otros individuos tienen múltiples manchas de reducido tamaño. Están los linces de mota gorda (más habituales en la población de Doñana), de mota fina y de mota intermedia.

EL GRAN FELINO IBÉRICO

Un lince adulto en la sierra de Andújar.

El lince es una especie endémica de la Península Ibérica; solo vive en España y Portugal. Históricamente su territorio abarcaba gran parte de la Península, pero, a finales del siglo XX, su población bajó tanto que se redujo a pequeñas zonas de Andalucía. Los buenos resultados del programa de reintroducción del lince han permitido que ahora se distribuya por Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Portugal.

El lince tiene un físico robusto, que le otorga una mayor habilidad para los movimientos rápidos que para la carrera. Al contrario de lo que se cree popularmente, no es un animal especialmente veloz. Posee un oído y una vista excelentes, y está especialmente dotado para la visión nocturna. De hecho, aprovecha las noches para patrullar su territorio y también para cazar, sobre todo el momento del crepúsculo y el amanecer.

SEMANA 2. EL CONEJO, LA CLAVE DEL LINCE

Las salidas al campo transcurren, día tras día, entre la sierra de Andújar (Jaén) y la vecina sierra cordobesa de Cardeña. Una tarde, después de ver un centenar de buitres leonados y negros volando sobre mi cabeza, observo otro lince. Está cerca e incluso llego a ver como mueve las orejas. Está atento, intentando cazar algún conejo.

La asombrosa movilidad de sus orejas, que pueden realizar giros de hasta 180 grados, le permite localizar sonidos procedentes de distintas direcciones sin cambiar de postura ni hacer el mínimo ruido. Se cree que los pinceles que los linces tienen en las puntas de las orejas sirven para desdibujar su silueta, facilitando así el camuflaje.

EL CONEJO

El conejo de monte es la presa principal del lince y es imprescindible para la supervivencia del felino. Es un auténtico especialista en la caza del lagomorfo, pero si hace falta, también puede abatir piezas como liebres, roedores y aves (por ejemplo, perdices y patos). Incluso, puede llegar a cazar animales más grandes como gamos o crías de ciervo. Ocasionalmente, captura animales domésticos: alguna gallina o algún cordero.

El conejo de monte se alimenta de hierba, del tallo y de las raíces de las plantas leñosas y de otros vegetales. Entre el matorral y su conejera, halla el refugio que necesita. La mixomatosis, una enfermedad infecciosa de origen vírico, y la enfermedad hemorrágico-vírica acaban con muchas poblaciones de conejo y dejan al lince sin apenas alimento. El conejo es también la presa principal de otras especies como los meloncillos y los zorros, así como de varias aves rapaces.

Un conejo en una pista al atardecer
Andoni Canela

EN EL OLIVAR

Visito las zonas de Guarrizas (Jaén) y Guadalmellato (Córdoba). Estos fueron los primeros lugares donde en 2014, siguiendo el proyecto de reintroducción del lince ibérico, se soltaron los primeros 16 ejemplares. Gracias al buen trabajo de los equipos y expertos del programa LIFE y al apoyo de las poblaciones locales, el lince se empezó a extender por otros territorios.

Un olivar al sur de Sierra Morena en la provincia de Córdoba.
Andoni Canela

Los linces se fueron instalando hacia el este, oeste y el norte de esos primeros lugares de reintroducción. Una de los aspectos más significativos fue como se adaptaron a los olivares bien conservados y que tenían mucha presencia de conejos. Años después, los linces siguen prosperando en los olivares donde pueden cazar y encuentran también refugio en áreas de matorral, rocas y monte.

Cerca de Montoro (Córdoba), paseo por un olivar junto a Javier Rodríguez, que ha trabajado durante más de una década en el proyecto LIFE de conservación del lince. Javier ha sido testigo de la recuperación y la expansión de la especie desde Sierra Morena hasta otras zonas de Córdoba y Jaén. Vemos numerosos rastros de lince en la caminata que hacemos juntos. Escuchamos a una pareja de felinos en celo en una de las laderas con vegetación abundante que rodea el olivar. Javier me dice: «Aquí hay una pareja que usa este territorio con frecuencia para cazar conejos y la hembra suele criar en una zona rocosa muy escarpada en la zona más alta del monte».

SEMANA 3. PRIMAVERA EN LA SIERRA

Un lince en Sierra Morena.
Un lince atraviesa una pista forestal en Sierra Morena.
Andoni Canela

Después de unos meses lejos de los linces, decido regresar a Sierra Morena en primavera. Contemplar la explosión de vida que hay durante esta época del año tras las lluvias abundantes es uno de los mayores espectáculos naturales del mundo. Las encinas y los alcornoques renuevan el color de sus hojas, dando al monte un aspecto singular. Además, toda esa vegetación renovada o en flor produce un olor penetrante.

Huele a monte mediterráneo. La floración de las jaras, los jaguarzos y los cantuesos crea un tapiz de color que contrasta con los negros y los verdes oscuros de las encinas y los acebuches. Es precisamente en esta época cuando las madres linces dan a luz a sus cachorros.

A SALVO EN EL CUBIL

Desde unos centenares de metros de distancia, observo uno de esos bloques de granito cubierto de musgo. Parece una escultura tallada a conciencia. Pero no lo es. Su valor es aún mayor. Esas rocas gigantescas albergan un magnífico tesoro natural: dos cachorros de lince de pocos meses dando sus primeros pasos.

Un cachorro de lince entre bloques de granito en la sierra de Andújar
Andoni Canela

Tengo la suerte de pasar unos días cerca de esta familia de linces; es uno de los momentos más especiales, emocionantes y bellos de todo mi tiempo entre felinos. Su cubil bajo unos enormes bloques de granito parece una fortaleza megalítica.

DESCUBRIENDO LA VIDA

Las crías son amamantadas durante el primer mes y medio de vida. Después, la madre las alimenta con conejos. Veo como un cachorro de lince juega con su hermano. Se muerden repetidamente y se persiguen sin descanso. Los jóvenes comienzan a hacer sus primeras incursiones en solitario y se estrenan en la caza cuando tienen ocho o nueve meses. Hasta entonces son vigilados estrechamente por su madre. Los pequeños linces permanecen en el exterior gran parte del tiempo mientras su madre está con ellos. Cuando ella sale a cazar, los pequeños se pasan las horas refugiados en su cubil entre las rocas.

Una madre lince con cachorros entre el granito de la sierra de Andújar.
Andoni Canela

Mientras estoy en la sierra tengo la oportunidad de hablar con Germán Garrote, biólogo especializado en el estudio y conservación de carnívoros, que trabaja en esta zona de Sierra Morena dentro del proyecto LIFE del lince para la Junta de Andalucía. Germán me cuenta sobre la importancia vital de este lugar, un auténtico santuario para el lince ibérico. Sierra Morena y Doñana fueron los dos únicos territorios históricos donde sobrevivieron los linces en su época más difícil, a finales del siglo XX. No había linces en ningún otro lugar de España o Portugal. Germán me comenta la importancia de Andújar-Cardeña: “Todavía es la mayor población de lince en la península y se mantiene estable. Además, es fundamental de cara a mantener la conexión entre todas las poblaciones de linces de Sierra Morena Oriental y del sur de Ciudad Real”.

Germán añade también información sobre las hembras con crías: “Durante la última década se mantienen alrededor de 50 hembras territoriales, aunque la llegada de 2011 de la enfermedad hemorrágica vírica provocó una bajada muy grande de conejos. Por ese motivo, hay que estar alerta ya que si surgiera otro brote podría hacer disminuir la población de linces”.


SEMANA 4. NUEVOS TERRITORIOS

El lince ibérico ha estado en peligro crítico de extinción durante muchos años, siendo el felino más amenazado del mundo. La reducción de los conejos, a causa de enfermedades víricas, es uno de sus principales problemas. El veneno, las trampas, la caza furtiva y los atropellos constituyen otras amenazas importantes, así como la transformación y destrucción de su hábitat. En la actualidad, gracias a los buenos resultados de la estrategia de conservación y re-introducción del felino, hay más de 800 ejemplares en la Península ibérica. Los linces ibéricos campean y crían hoy en día en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Portugal.

CALOR EXTREMO EN LA MANCHA

Con el objetivo de conocer el avance de los linces en sus antiguos territorios, viajo en pleno verano hacia Castilla-La Mancha. Allí, la población que se reintrodujo hace pocos años tiene en buena salud y va creciendo.

Cuando llego al sur de Ciudad Real, hay una ola de calor extremo que supera los 40ºC. Con esas temperaturas, toda la actividad de los felinos se concentra al anochecer y al amanecer, cuando el ambiente es más soportable. Tengo la oportunidad de encontrarme con Alfonso Moreno y Ramón Pérez de Ayala deWWF-Españapara conocer el trabajo que esta organización lleva a cabo con la Junta de Castilla-La Mancha a favor del lince ibérico. Me explican que, desde que introdujeron los primeros ejemplares, el lince ha ido ganando territorio, llegando a zonas donde se había extinguido durante el siglo XX.

Con ellos, visito las zonas de viveros de conejos y me cuentan que la clave del éxito aquí es la atención al conejo y también la implicación de la población local. Como siempre y como ocurre con todos los felinos, la cuestión es simple: que el animal tenga alimento (en este caso, el conejo) y tranquilidad (dada por el apoyo de la gente que vive aquí).

Un lince al acecho de conejos en la hierba seca de verano al sur de Castilla La Mancha.
Andoni Canela

Pasan los días y no logro ver ningún lince hasta que estoy a punto de abandonar la zona, concluyendo el viaje. De regreso al lugar donde duermo, encuentro una sorpresa. Se trata de un joven cachorro de lince que está en medio de un camino. Detengo el todoterreno y con los focos del vehículo consigo ver cómo el cachorro llama a su madre, que se encuentra en algún lugar de la espesura. Un par de minutos después, el joven lince se marcha hacia la zona espesa de matorral, en dirección al lugar hacia el que se orientaba cuando emitió la llamada.

Un cachorro de lince en la noche sentado en una pista forestal.
Andoni Canela

EN BADAJOZ

De Castilla-La Mancha viajo hasta el sur de Badajoz, a una zona donde el lince ibérico ha encontrado un hábitat excepcional. Se trata del valle del río Matachel. En torno a esta amplia área alrededor de un río, se han establecido hasta una decena de nuevos territorios de lince. Estoy unos días con Carmen Rueda y Samuel Plá, que trabajan para la Fundación CBD Hábitat.

Paisaje rocoso de hábitat mediterráneo en el valle de Matachel, en Badajoz.
Andoni Canela

En esta zona, la fundación lleva varios años ocupándose en esta zona de la conservación del lince en coordinación con la Junta de Extremadura. La vuelta del lince a Extremadura se inició con los primeros linces del proyecto LIFE+ IBERLINCE. Carmen Rueda me comenta: "En el 2014 se inicia el proyecto y se liberaron 8 ejemplares, de ellos 5 machos y 3 hembras". A partir de entonces, la población de linces fue creciendo en número y expandiendo su territorio. Antes de la re-introducción, Extremadura llevaba varias décadas sin linces. Ahora, seis años después, la situación es excepcional: “entre el Matachel y zonas conectadas tenemos casi 90 linces en total, sin contar con los cachorros nacidos este año. De ellos, hay unos 50 ejemplares adultos y 20 hembras territoriales” explica Carmen.

EL FUTURO

Los retos que hace falta asumir para asegurar el futuro del lince son: aumentar los núcleos con presencia del felino dentro y fuera de Andalucía, establecer una conexión entre los diferentes territorios donde se encuentra el animal y minimizar el impacto de infraestructuras (carreteras) sobre la vida del felino. Después, es vital que se produzca un cruce natural entre los ejemplares de las diferentes poblaciones de lince para que haya una variación genética. De esta manera, en poco tiempo se podrá llegar a mil linces (recordemos que, a principios de siglo, apenas había cien).

Allá por el año 2000, mientras esperaba durante semanas para poder fotografiar uno de los 94 linces que quedaban en el planeta, quién me iba a decir que hoy en día la situación sería esta... ¡esta sí que es una historia positiva!