Por Andoni Canela
Semana 1. En busca del jaguar
El jaguar es el felino más grande de América y el único del género Panthera en todo el continente. Un jaguar adulto macho puede llegar a pesar más de 150 kilos y, en proporción, posee el cráneo más grande de todos los felinos del planeta. Sus mandíbulas extremadamente fuertes son capaces de destrozar el cráneo de un caimán adulto de un mordisco lo que, junto a su agilidad tanto dentro como fuera del agua, le convierten en uno de los depredadores más letales de las zonas donde habita.
Encontrarlo no es una tarea sencilla, pero conseguir verlo es un premio inolvidable que se queda grabado en la retina de aquellos que lo logran.
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Buscar jaguares nos obligó a movernos por varios enclaves del centro de América del Sur. Tras pasar por Mato Grosso do Sul viajamos hasta el estado de Mato Grosso, en el otro extremo del Pantanal, en Brasil. El parque natural Encontro das Águas es uno de los santuarios mundiales para este gran felino. En este vídeo podéis observar la espesura de la vegetación y la belleza de la zona selvática donde habitan cientos de jaguares.
Vídeo: © Andoni Canela
El hábitat del jaguar
El Pantanal, Brasil
El destino escogido para ir en su busca es Brasil, en concreto la zona conocida como El Pantanal, un auténtico paraíso de vida salvaje. El Gran Pantanal es una de las áreas húmedas más extensas del mundo. Limítrofe al oeste con Bolivia, se extiende dentro de los estados brasileños de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul. Este vergel de biodiversidad cambia notablemente según el mes del año.
En la época de lluvias, de octubre a marzo, se registran entre el 70 y el 80 por ciento del total de las precipitaciones anuales, convirtiendo la zona en una gigantesca laguna de millones de kilómetros cuadrados. Para hacernos una idea de la inmensidad de este territorio basta una simple comparación: la distancia de norte a sur es similar a la que separa Madrid de París, más de mil kilómetros plagados de una gran biodiversidad.
El Gran Pantanal es una de las áreas húmedas más grandes del mundo y en época de lluvias la zona se convierte en una enorme laguna de millones de kilómetros cuadrados.
En esta ocasión me acompañan en el viaje mi hijo Unai y Roberto Sánchez Mateos, un experto en águilas y felinos que ha viajado alrededor del mundo durante más de dos décadas a la búsqueda y observación de distintos tipos de animales.
Foto: Andoni Canela
Navegando el río Paraguay
Amanece sobre el río Paraguay. Ni una nube, ni una brizna de viento. Se trata de uno de los grandes ríos de América, tanto por su caudal como por su biodiversidad y es uno de los mas importantes del continente. Nace en Brasil y discurre de norte a sur hasta que se convierte en el principal afluente del río Paraná tras atravesar Paraguay, frente a la localidad argentina de Isla del Cerrito. Su cuenca está entre las 20 más extensas del mundo, con una superficie de 1.170.000 kilómetros cuadrados y sus 2.695 kilómetros de longitud lo convierten igualmente en uno de los 40 ríos más largos del planeta. O lo que viene a ser lo mismo, un auténtico espectáculo natural.
El río Paraguay nace en Brasil para convertirse finalmente en el principal afluente del río Paraná. En total, más de 2.600 km de pura naturaleza.
Nos movemos con una pequeña embarcación a favor de la corriente, al ritmo del chapoteo del remo. Por esta zona, las aguas de tono marrón y ocre apenas permiten ver el fondo. El escaso desnivel del Pantanal nos obliga a navegar muy lentos por la baja velocidad de la corriente.
Una garza tigre, posada sobre una rama, observa fijamente un punto indeterminado del río. A poca distancia, un caimán mueve un ojo mientras, inmóvil en la orilla, espera a que el desayuno pase cerca de sus fauces. Más allá de la pared de árboles, no se ve nada: la selva es un muro uniforme que lo tapa todo.
El primer amanecer
Las primeras noches en la selva son siempre animadas. Cuesta mucho conciliar el sueño por la sinfonía de sonidos de la naturaleza: aves, ranas, grillos, primates, búhos… cada uno dotado de un tono y cadencia característica. El concierto es espectacular. A la salida del sol, me levanto, escucho esos bellísimos sonidos y contemplo absorto el amanecer. Belleza sublime. Mientras Unai duerme, bajo al río a tomar unas fotografías.
Las tupidas ramas de los árboles están en plena actividad a estas horas de la mañana. Allí veo garzas tigre, garzas coco, jabirúes, anhingas y martines pescadores de varias especies. En una playa observo un pequeño grupo de capibaras que descansan en la orilla. El paraíso animal es esto. Biodiversidad en estado puro.
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Varios capibaras parecen observar juntas el atardecer antes de lanzarse al agua para cruzar el río. Los capibaras son una de las víctimas preferidas por los jaguares, junto con los caimanes y los ciervos de los pantanos.
Vídeo: © Andoni Canela
Capibaras cruzando el río
Semana 2. La sierra de Amolar
Pasan los días en el sur del Pantanal. Remontamos el río Paraguay y, en nuestro ascenso, decenas de sus afluentes se entremezclan formando en ocasiones lagunas enormes. Los primeros días somos afortunados y llueve muy poco.
Pocos lugares he visitado en el mundo tan bellos como la Sierra de Amolar. Está situada en la misma frontera con Bolivia, al suroeste del Pantanal, y sus montañas son las únicas de toda la región. A esta zona le llaman el Pantanal profundo. Se trata de un entorno de gran belleza por los montes cubiertos por la selva, las lagunas de aguas claras y las playas de arena blanca. El día ha amanecido tranquilo; sin embargo, a media mañana comienzan a formarse grandes cúmulos.
De México al norte de Argentina
El jaguar sobrevive todavía en muchos países americanos, aunque en varios de ellos es muy escaso. Su distribución va del sur de Estados Unidos al norte de Argentina. Se encuentra en casi todos los países de América Central y Suramérica, excepto en Uruguay y El Salvador. Su hábitat preferido son las selvas tropicales, los ríos y humedales. También vive en sabanas, en bosques secos y en montañas. En Los Andes se han visto jaguares por encima de los 3.500 metros de altura. Al norte de México y sur de Estados Unidos sobreviven unos pocos ejemplares en un hábitat muy seco donde los jaguares se refugian en los profundos barrancos fluviales que conforman el paisaje.
La población actual de jaguares se calcula entre 14.000 y 16.000 jaguares. Pueden parecer muchos, pero está calificado en la Lista Roja de la UICN como “especie casi amenazada”. Y es que en muchos de los lugares que habita se encuentran en vías de extinción. Sus amenazas principales son la deforestación del hábitat, el conflicto con el hombre por ataques al ganado, la caza furtiva y el comercio de pieles. Además, se les mata para traficar con sus patas, huesos y dientes como alternativa al tigre para elaborar remedios caseros en Asia. En las últimas décadas, los enormes incendios en los territorios en los que vive han provocado muertes tanto de manera directa como indirecta.
El cazador de la selva
Los jaguares tienen una clara preferencia por los ríos, lagunas, humedales y ambientes selváticos. Aun así, son capaces de vivir en otros tipos de bosques y en zonas montañosas, bosques secos, y hasta áreas semidesérticas. A menudo se le ve nadando, al igual que ocurre con otro de los grandes felinos, el tigre.
Cazador oportunista, es un superdepredador muy importante en los ecosistemas, principalmente por el control de las otras especies que le sirven de presa. El jaguar puede cazar prácticamente de todo. Y lo hace. Sus presas favoritas, sin embargo, van a depender del lugar donde vive. De manera específica, en el Pantanal donde hemos venido a buscarle, serán el caimán, el capibara y el ciervo de los pantanos sus platos preferidos.
Normalmente utiliza la técnica del acecho: esperará a tener a sus presas a una distancia conveniente para, entonces, atacarlas. Sin embargo, en otras ocasiones sí caza a rececho, es decir, buscando las presas de manera más activa.
Foto: Andoni Canela
Caimanes, una presa peligrosa
Río abajo localizamos a un caimán, el reptil más visible en el Pantanal. Descansa medio adormilado en una playa enorme de arena marrón clara. Minutos antes habíamos descubierto en una playa cercana las huellas del jaguar. Este caimán, no obstante, está muy tranquilo, diría que duerme. Permanece inmóvil y depende del ángulo del que mires parece un tronco oscuro. Unos instantes más tarde, le vemos dar un pequeño salto hacia el agua. Los caimanes son ahora comunes, pero hace unas décadas estuvieron en grave peligro. Por los años 90 se mataban a millares para la industria de la piel y estuvieron a punto de desaparecer de muchas zonas del Pantanal.
Foto: Andoni Canela
Semana 3. La llegada de las lluvias
El Instituto Homem Pantaneiro es una oenegé dedicada a la protección del Pantanal, su gente y su fauna, que toma al jaguar como animal emblemático. Angelo Rabelo es el director del instituto que tiene su base en la posada de la Sierra de Amolar. Fue coronel del ejército brasileño y luchó durante años para evitar el tráfico de pieles. “Durante la década de los noventa, se mataban miles de caimanes y jaguares para traficar con su piel. Tuvimos que enfrentarnos a los cazadores furtivos. Fue una época muy dura”, comenta Rabelo.
Ahora, las cosas son muy diferentes. “Para nosotros es fundamental que la población local pueda convivir con el jaguar, buscar soluciones a los ataques al ganado, porque tanto los pobladores nativos como el felino están amenazados”, concluye Rabelo.
“para nosotros es fundamental que la población local pueda convivir con el jaguar" explica Angelo Rabelo, Instituto Homem Pantaneiro.
La labor que hacen el Instituto para transmitir a la gente local el valor de tener jaguares en sus tierras en fundamental y muy necesario para que el felino, los ecosistemas naturales del Pantanal y el resto de especies asociadas estén en un buen estado de conservación.
Foto: Andoni Canela
Nutrias gigantes
Volvemos a levantarnos antes de que salga el sol. La rutina de cada día: cargar la mochila, preparar algo para comer durante la jornada, y a la barca. Al poco de navegar… ¡sorpresa! Una nutria nada cerca de la embarcación. La luz del alba hace azulada la corriente. Observo al animal y le hago fotografías. Se trata de una nutria gigante del Amazonas, que habita en el río Paraguay y también en las cuencas del Orinoco y del Amazonas. La nutria atrapa un pez de gran tamaño y se busca un tronco en el río donde comérselo sin que se la lleve la corriente.
Estas nutrias son enormes y uno de los grandes depredadores de los ríos sudamericanos. Las crías de pocas semanas son como las nutrias adultas europeas, la nutria común. Los machos adultos pueden alcanzar, de cabeza a la cola, los dos metros de longitud y pesar entre 40 y 50 kilos.
Foto: Andoni Canela
Sin suerte
Pasan cuatros días y los jaguares no aparecen. Al día siguiente vuelve a llover y la previsión es similar para las siguientes jornadas.
A los jaguares no les importa la lluvia, pero provoca que se dispersen al igual que hacen sus presas, porque ni los unos ni los otros dependen ya tanto de los ríos para beber. Aquí está empezando la época de lluvias y en unas semanas habrá agua por todos los sitios. Incluso en estas condiciones, no hay otro lugar en el mundo como el Pantanal para observar jaguares.
Este lugar es el paraíso para este felino gracias a la protección de la que goza. Estoy seguro de que acabaré viendo más pronto que tarde a este esquivo felino que parece rehuir de mi objetivo.
Foto: Andoni Canela
Semana 4. Encuentros en la noche
Dos semanas buscando jaguares y no encontrar ni uno es duro. Pero a veces las cosas no suceden como uno las planea. Nos marchamos de la sierra de Amolar algo tristes por no poder localizar ni un solo ejemplar de este esquivo felino.
A varias horas de lancha y todoterreno de Amolar se encuentra la Hacienda San Francisco, dedicada a la agricultura y la ganadería, pero cuyo desarrollo también le ha invitado a apostar por el desarrollo ecoturístico. Allí trabaja Rafael Hoogesteijn, un veterinario especialista en jaguares. Es experto en manejo de ganado y coordina acciones entre científicos de campo y ganaderos. Desarrolla su labor para la Fundación Panthera –oenegé dedicada a la conservación de los felinos por todo el mundo–, buscando estrategias para reducir la depredación del ganado causada por el jaguar. Explica que “los ataques al ganado son el principal problema para el jaguar. Y también para la población que los sufre".
Gracias al trabajo de la Fundación Panthera, los habitantes de la zona ahora saben que es mucho más valioso y provechoso tener un jaguar en sus tierras que matarlo.
Si podemos lograr un manejo que reduzca los ataques al ganado, estaremos haciendo el mejor servicio posible al futuro del jaguar y a los habitantes de la zona”. A final del siglo XX había 100.000 de vacas y ahora, menos de la mitad. Antes no había áreas protegidas, y ahora hay una extensa red de parques y reservas naturales a lo largo de Mato Grosso. “Hace años, cuando se veía un jaguar, lo único que pensaba la gente local era en matarlo para evitar que atacara a su ganado. Ahora, saben que es mucho más valioso y provechoso tener un jaguar en sus tierras que matarlo. El beneficio que aporta un desarrollo turístico equilibrado es mayor que el de un jaguar muerto”, asegura Hoogesteijn.
Días de lluvias constantes
Llueve dos días y dos noches más. También hay tormentas fuertes. Uno de los días a media tarde el cielo se pone tan negro que incluso parece de noche. Vemos como un par de loras amazónicas aguantan el chaparrón mientras un ñandú queda totalmente empapado.
Foto: Andoni Canela
El reino de la noche
Es noche cerrada y cae de manera continua una fina lluvia. Escuchamos el sonido de cientos de ranas y el ulular de un lechuzón orejudo. Para poder ver en la oscuridad, llevamos un par de pequeñas linternas y un foco. De repente, se escucha un chapoteo… ¡algo grande se mueve en el río! Es un jaguar enorme. Precisamente el macho dueño del territorio.
El jaguar cruza un brazo de río para intentar sorprender a algún caimán o quizás a un ciervo de las marismas. Apenas tenemos tiempo de verlo nadar entre la vegetación acuática de río. Una vez fuera del agua, mira hacia atrás. Nos cruzamos la mirada unos segundos. Instantes después, desaparece en la oscuridad de la selva. La noche es de los felinos, pienso.
No hay duda que todos los grandes felinos tienen debilidad por las horas oscuras. Sus ojos están preparados para ello. La mayor parte de especies tienen en la noche y en las horas crepusculares sus momentos idóneos para cazar.
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Por fin, tras muchos días de búsqueda, encontramos a un jaguar nadando y buscando una presa que llevarse a la boca. Incluso nos regaló uno precioso momento de sorpresa ante las luces con las que le alumbramos. Una situación mágica que hizo que valiera la pena todo el esfuerzo.
Vídeo: © Andoni Canela
Avistamiento nocturno de un jaguar
Semana 5. Parque Encontro das Águas
Decidimos de nuevo cambiar de lugar. Desde Mato Grosso do Sul viajamos más de 1.000 km hacia el norte hasta el estado de Mato Grosso, en el otro extremo del Pantanal. Allí se encuentra el parque natural Encontro das Águas, uno de los santuarios mundiales para el jaguar.
Guacamayo jacinto
Este es ya mi tercer viaje al territorio del guacamayo jacinto. En los dos viajes anteriores no había visto ni siquiera la sombra de un guacamayo. Y eso que lo había intentado con ganas. El guacamayo jacinto tiene un nombre científico de los más extraño: Anodorhynchus hyacinthinus.
Actualmente se encuentra en los pantanales brasileños, en Bolivia y Paraguay. En estos momentos la población ha crecido con fuerza y se calcula que hay alrededor de 5.000 ejemplares en su hábitat natural. Ver a un guacamayo jacinto volar en la selva u observar como pela un coco -como en la foto- es un auténtico espectáculo. Me recuerda a un personaje de cómic, a uno de esos animales de juguete de plástico duro que tanto me gustaban de niño.
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Este guacamayo (Anodorhynchus hyacinthinus) es el más grande de su especie. Perteneciente a la familia de los loros (Psittacidae), habita en las selvas de buena parte de Brasil, Bolivia y el norte de Paraguay.
Vídeo: © Andoni Canela
Guacamayos jacinto en libertad
Chamanes y jaguares
Las tribus amazónicas atribuyen al jaguar un poder mágico. De la misma manera que al chamán, lo identifican como un mismo ser. Lo relacionan con lo desconocido, lo elevan a otra dimensión. Chamán y jaguar se mueven por tierra, agua y cielo. Curiosamente, se ha documentado a jaguares comiendo hojas de la especie de liana con la que se prepara la ayahuasca, un brebaje chamánico para entrar en un estado psicoactivo.
Para mayas y aztecas, el jaguar era el animal más emblemático. Lo asociaban con la creación de la vida, el poder, la fuerza y la sucesión del día y la noche. Asignaban a este felino el origen de los dioses, la clase noble y los reyes. Estos se ataviaban con sus pieles e incluso con su cabeza, como se aprecia en algunos dibujos y grabados de hace cientos de años, antes de la llegada de los exploradores españoles.
Foto: Andoni Canela
Foto: Andoni Canela
Unos trepadores fabulosos
Los felinos son buenos trepadores. De hecho, cazar caimanes desde lo alto de los árboles es un sistema perfecto, ya que desde allí la presa no les puede avistar. ¡Una estrategia impresionante!
Esta instantánea es una de mis fotos favoritas, sobre todo después de todo un mes en el sur de Brasil en busca de jaguares. El jaguar se encaramó a un árbol en la orilla de un río y se puso al acecho, en disposición de cazar. Días más tarde, descubrimos a este mismo jaguar comiendo un caimán. Aquí lo tenemos:
Foto: Andoni Canela
Semana 6. Sorpresa en la orilla del río
En el área de Porto Jofre trabaja Ailton Lara, propietario del Pantanal Jaguar Camp. Ailton lleva casi 20 años practicando el turismo sostenible: “Mi padre me llevó al Pantanal a los ocho años y vi el primer jaguar cuando tenía 10. Más adelante, colaboré con diferentes organizaciones que estudian y trabajan en la conservación de los felinos. Luego, empecé a hacer salidas guiadas para llevar a gente a ver jaguares”.
Mientras navegamos, Ailton parece radiografiar la orilla: “Aparte de tener la mirada atenta, hay que prestar atención a los sonidos. Cuando se mueve un jaguar, la selva cobra vida y muchas aves y otros animales dan gritos de alerta”, comenta. La lancha avanza despacio por los meandros del río.
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No sabíamos bien qué se le estaba pasando por la cabeza a este jaguar que primero avistamos nadando por la vereda del río y que posteriormente acabó subiéndose a una rama. Eso sí, nos dedicó una mirada atenta que nos permitió tomar algunas de las fotografías más majestuosas que hemos conseguido de esta especie.
Vídeo: © Andoni Canela
Un jaguar nadando antes de subirse a un árbol
Crujidos en la selva
Llevábamos ya un par de horas navegando sin encontrar nada relevante. Vimos en el cielo un grupo de buitres negros americanos que vuelan bajo y pensé en voz alta: “¿Habrá algo por allí?”A primera vista se concentraban en unos árboles de la orilla, no muy lejos de donde estamos. Y decidimos ir a descubrir qué pasaba. Minutos después, ya en el lugar… ¡sorpresa! ¡Un jaguar en la orilla!
Foto: Andoni Canela
En silencio y con cautela, nos detenemos junto a un árbol, en la otra orilla del río. Al momento, nos damos cuenta de que el jaguar está comiendo. Y no cualquier cosa. Tiene delante un enorme caimán. Comenzamos a escuchar los crujidos mientras el felino rompe la dura piel del caimán. Estamos casi al final del viaje y este encuentro no podía ser más significativo. En muchas zonas del Pantanal los jaguares son auténticos cazadores de caimanes.
Las fotos, vídeos y las palabras, por muy bien enfocadas, grabadas y expuestas que estén, no son comparables con los sentimientos vividos en esta búsqueda de una de las especies de felinos más fascinante del mundo.