Por Andoni Canela
SEMANA 1. Tras las huellas del guepardo
Guepardo es sinónimo de velocidad. Es el animal terrestre más rápido del planeta y puede sobrepasar con facilidad los 100 km/h, llegando a una velocidad ¡de hasta 140 km/h! Esto le convierte en uno de los felinos más temidos por los herbívoros allá donde habita, ya sea en la sabana, en zonas de media montaña o incluso en zonas desérticas.
EL DESIERTO DEL KALAHARI
Precisamente una de estas zonas desérticas es nuestro destino en busca del guepardo. Se trata del desierto del Kalahari. Los guepardos tienen predilección por zonas secas y áridas como este lugar situado al sur de África, entre Botsuana, Namibia y Sudáfrica. Se trata de una enorme extensión de arena de unos 930.000 kilómetros cuadrados donde habitan todos los grandes felinos africanos (leones, leopardos y guepardos) junto a otros depredadores, como hienas y perros salvajes. Además, también se pueden encontrar elefantes, jirafas, ñus, gacelas, órices, kudus y centenares de especies de mamíferos y aves. Un auténtico paraíso de biodiversidad donde los atardeceres son infinitos.
El desierto del Kalahari se encuentra en el sur de África, entre Botsuana, Namibia y Sudáfrica.
Escojo el Kalahari como lugar principal para fotografiar al guepardo por varios motivos. Al conocer bien este lugar, pues lo he visitado anteriormente hasta en seis ocasiones, puedo viajar solo con Unai, mi hijo, sin necesidad de guía. Para recorrerlo alquilamos un todoterreno robusto, capaz de rodar por estas pistas de arena de distinto sin atascarse. Conducir sobre arena profunda resulta complicado. Es necesario bajar la presión de los neumáticos y navegar con destreza por las zonas blandas. Parecen arenas movedizas a pesar de estar totalmente secas. Viajamos de Botsuana a Namibia, recorriendo el extremo oriental de la reserva del Kgalagadi, donde habita una considerable población de guepardos.
Acampamos junto a unas dunas de color rojizo. El cielo es azul intenso y la vegetación escasísima. Apenas estamos rodeados de unos arbustos y unas acacias enanas que casi no dan sombra cuando el calor aprieta. Es la época seca y cientos de gacelas saltarinas, ñus y órices del Cabo se reúnen en torno a algunos bebederos donde avituallar.
DISEÑO PERFECTO
Tengo la sensación de que el guepardo (Acinonyx jubatus) está diseñado para vivir en el desierto. Y parece que el desierto del Kalahari es su hábitat ideal. El cuerpo y las características de este felino han evolucionado para moverse en lugares como este y aunque es cierto que el guepardo puede vivir en la sabana o la montaña media, también es cierto tiene predilección por zonas secas y áridas.
El guepardo es diferente del resto de los felinos de gran tamaño por varias razones. De momento, se trata del único superviviente de su género: Acinonyx. Otras especies de guepardos que vivían en el pasado en África se extinguieron. Según los investigadores, las más grandes lo hicieron hace aproximadamente medio millón de años. Y de hecho, la especie más cercana al guepardo en el proceso evolutivo es el puma. Ambas pertenecen al linaje Puma, uno de los ocho linajes de la familia Felidae. En comparación con los otros felinos, el guepardo tiene un cuerpo más delgado y una cabeza más redonda y pequeña. Su pelaje es muy corto y de color amarillento, con un diseño compuesto por miles de manchas negras que le ayuda a mimetizarse con los paisajes donde vive.
Foto: Andoni Canela
SEMANA 2. Sobre las arenas del desierto
Todas las noches que pasamos en el Kalahari montamos nuestra tienda de campaña sobre la arena roja en lo que, durante unos cuantos días, hasta que cambiamos de localización, se convierte en nuestra casa. Las noches las pasamos embutidos en sacos de dormir de invierno, pues la temperatura nocturna puede ser menor de cero grados. La sensación de frío en el desierto, estando rodeados de felinos, es algo extraña. Más todavía con los atardeceres cálidos. Por lo general, salimos antes de que comience a clarear, cuando hace más frío. Tan solo un par de horas después del amanecer el mercurio asciende rápidamente hasta alcanzar los 20 ºC.
Las primeras noches decidimos acampar en una zona con guepardos, pero sin leones, lo cual nos permite caminar y movernos con cierta tranquilidad, pues apenas se han documentado ataques de guepardos a personas. Al atardecer, salir a pie a fotografiar guepardos, gacelas saltarinas y órices del Cabo es una auténtica delicia. El órice del Cabo (Oryx gazella) es uno de los antílopes más bellos del planeta; su atlético cuerpo y sus enormes cuernos se distinguen a kilómetros de distancia. Precisamente sus cuernos, largos y puntiagudos, antiguamente se vendían en Europa como si fueran de unicornio. También vemos a diario ardillas terrestres, mangostas amarillas y suricatas. Estas últimas, las suricatas, se ponen de pie cerca de las pistas. Son unas mangostas, pequeñas y muy delgadas que viven en el Kalahari (la especie se ha hecho famosa porque aparecen en muchas películas y documentales). También habitan este paraje avutardas kori (Ardeotis kori), halcones peregrinos, varias especies de águilas, buitres y muchas otras rapaces. Tras unos días acampando entre la frontera entre Botsuana y Namibia nos desplazamos al Parque Nacional de Kgalagadi, que incluye también territorios de la República de Sudáfrica.
Cada día por la mañana nos levantamos observando gacelas saltarinas, órices y avestruces. Y el espectáculo se repite al atardecer, cuando las temperaturas empiezan a ser más benévolas. En uno de los atardeceres, con los últimos rayos del sol, vemos como un avestruz se da un baño de polvo en una zona arenosa.La escena es realmente preciosa. Los avestruces son muy habituales en este desierto y a veces son presas de los guepardos.
Foto: Andoni Canela
Foto: Andoni Canela
¿CUÁNTOS GUEPARDOS HAY?
Se estima que quedan menos de 7.000 guepardos en libertad, muy pocos de ellos en el norte de África. De hecho en el último siglo, el guepardo se ha extinguido en más de treinta países, encontrándose en Asia y en el norte de África en peligro crítico de extinción. La mayor parte de la población de guepardos habita en el este y en el sur de África. En Asia, en concreto en Irán, sobreviven menos de un centenar de guepardos. Antaño también era común en Arabia, Afganistán y Turkmenistán. Se trata de uno de los grandes felinos con mayor riesgo de desaparecer. La cifra va a la baja y se ha reducido a la mitad en tan solo 25 años. En cuanto a su hábitat, los datos son escalofriantes: en las últimas cuatro décadas se ha reducido un 90%.
La mayor parte de la población de guepardos habita en el este y en el sur de África mientras que en Asia solo sobreviven un centenar de ellos.
EL FELINO MÁS VELOZ
Si por algo se conoce al guepardo es por su tremenda rapidez. Sus patas están diseñadas para correr a gran velocidad gracias a su longitud, que les permite dar enormes zancadas y grandes saltos con el cuerpo totalmente estirado, simulando más un vuelo que una carrera. Las patas traseras funcionan como una especie de muelle que acumula tensión al estar recogidas y que liberan toda la energía posible al expandirse, impulsando al guepardo hacia adelante. Sus garras son mucho más pequeñas y rectas que las de otros felinos, no son del todo retráctiles (son más parecidas a las de un perro), ni tampoco tienen la típica funda protectora de los gatos. Es capaz de llegar a los 100 km/h en apenas tres o cuatro segundos. Se acerca o espera a su víctima a la mínima distancia posible; si lo consigue, su velocidad hace que pocas presas logren escapar. Aunque son rápidos, los guepardo son velocistas de sprint y mantienen su alta marca solo durante periodos cortos, poco más de un minuto. Tras este fantástico esfuerzo requiere de más de media hora antes de realizar otro intento de caza.
La velocidad de los guepardos es realmente excepcional, pudiendo alcanzar los 100 km/h en apenas tres o cuatro segundos.
Foto: Andoni Canela
PRESAS MEDIANAS
Dentro del Parque Nacional de Kgalagadi solo se puede salir del vehículo en determinadas áreas. En esta zona no hay ríos y son pocos los lugares que quedan con agua; alguna pequeña charca natural que sobrevive a las últimas lluvias y unos pozos creados por el ser humano para el ganado o la fauna salvaje. Esos puntos de agua son los lugares más concurridos del desierto. Los depredadores lo saben y aguardan allí la llegada de sus presas. Nosotros también sabemos que estos abrevaderos son un lugar de reunión y de caza donde se concentran gacelas, órices, avestruces, leones... por lo que solemos esperar escondidos a que lleguen a avituallar. En una misma imagen se concentran decenas de ejemplares en uno de los espectáculos naturales más maravillosos que se pueden contemplar en todo África.
Los abrevaderos que mantienen agua son los lugares más concurridos del desierto. Los depredadores lo saben y aguardan allí la llegada de sus presas.
Los guepardos son carnívoros especializados en presas medianas. Cazan diferentes especies de gacelas, como la gacela de Thomson (Eudorcas thomsonii) o la gacela saltarina (Antidorcas marsupialis), además de impalas y antílopes pequeños como el dicdic de Kirk (Madoqua kirkii). En la época de nacimientos masivos de otros herbívoros más grandes como cebras o ñus, cazan sus crías con frecuencia. Cuando tienen la oportunidad también capturan pájaros, liebres y roedores. La velocidad, la vista y el mimetismo son sus principales armas para la caza.
Sin embargo los guepardos tienen también sus depredadores naturales. Su constitución más fina hace que le resulte más difícil defenderse ante leones y leopardos. De hecho, es el más débil de los grandes felinos. Sus crías son perseguidas por leones, leopardos y hienas, que también pueden atacar a individuos adultos.
SEMANA 3. Activos durante el día
Las mañanas siguen siendo muy frías. Llevamos algunas noches en que la temperatura desciende hasta los -2 ºC. En medio del desierto y en África parece difícil pensar que haga tanto frío, pero así es. Cuando salimos de la tienda de campaña, lo primero que hacemos es esperar a que brille el sol. Una de las mañanas salimos en dirección norte, hasta el mismo límite del Kgalagadi, ya en territorio de Botsuana. Hoy parece que las arenas están más blandas de lo normal. O quizás es que estoy más torpe al volante. Sea como fuere, terminamos encallados en el desierto. Después de un par de horas trabajando para preparar el terreno logramos dejar atrás esa trampa de arena.
Los guepardos son los felinos más activos durante las horas diurnas. Uno de los motivos principales es no tener que enfrentarse a leones, leopardos y hienas. Estando activos durante el día tienen más posibilidades de cazar y comerse a sus presas con tranquilidad. Poseen unas líneas negras que bajan por sus ojos y les ayudan a evitar los reflejos del sol al cazar. Esas manchas, al igual que se las pintan muchos jugadores de rugby o algunos soldados antes de la batalla, delatan su condición de cazadores en las horas centrales del día, algo que lo diferencia de los otros grandes felinos. En ocasiones, los guepardos forman grupos de machos conocidos como coaliciones: entre dos y cincos ejemplares que comparten territorio y cazan juntos.
CAZANDO A OTRO FELINO
Uno de los días pasamos varias horas observando una madre guepardo y sus tres cachorros. Podemos ver cómo dedican más de una hora a intentar cazar una gacela sin conseguir su objetivo, pero al poco rato se cruzan con un gato salvaje africano. ¡Todos juntos intentan ir a por él! Los tres hermanos, con la ayuda de la madre, consiguen inmovilizar al gato después de una intensa carrera. Trazan un círculo y lo rodean. Uno de los jóvenes guepardos intenta darle un zarpazo en los cuartos traseros, pero el gato montés se gira rápidamente y con sus garras amenaza con arañarle el rostro. El momento de tensión dura casi un cuarto de hora. Los guepardos intentan sorprender al gato montés repetidas veces, pero el pequeño felino les muestra los dientes y las uñas dando bufidos sin parar. Tras varios intentos, los guepardos deciden desistir para no arriesgarse a tener unas heridas en el rostro o en otra parte del cuerpo. En el mundo salvaje, una herida mal curada puede ser fatal e incluso llegar a ser mortal. Esta vez el gato salvaje logró salir vivo.
Foto: Andoni Canela
SEMANA 4. Una especie muy amenazada
Pasan las semanas y la arena roja del desierto en contraste con el azul del cielo es nuestro paisaje de cada día. A pesar de la monotonía, la belleza de este lugar sigue cautivándonos. Y también lo hace toda su fauna, incluidos los guepardos. Vemos a un guepardo como marca uno de los árboles de su territorio. De hecho, el marcaje por parte de los guepardos es algo que observamos con cierta frecuencia estas semanas. Los grandes felinos son capaces de comunicarse a través de señales olfativas. Es muy habitual que un mismo árbol tenga varias marcas de diferentes felinos. Cuando lo huelen, pueden identificar qué individuo ha pasado por allí, su sexo y su disponibilidad en caso de que estén en época de celo.
Foto: Andoni Canela
Durante siglos, muchas civilizaciones han cazado guepardos por sus pieles, que eran muy valoradas. Todavía lo son: la caza furtiva por el tráfico de pieles continúa siendo una de las principales amenazas para este animal. Aparte, la convivencia con el ser humano le ha traído otros problemas: la presión que sufren en zonas turísticas con safaris no respetuosos que los agobian, los atropellos en carreteras y las especies invasoras (que a veces traen enfermedades contagiosas) son otras grandes amenazas. El hecho de que parte de su hábitat se encuentre en áreas conflictivas, incluso varias de ellas en zonas de guerra, es un problema añadido para su conservación. Tampoco ha cesado la caza ilegal para el tráfico de ejemplares.
El hábitat del guepardo se encuentra en ciertas áreas de conflicto, incluso varias de ellas en guerra, lo cual es un problema añadido para su conservación.
Existen evidencias de que los guepardos ya se capturaban en el Antiguo Egipto, hace unos 3.500 años. Los faraones y emperadores solían domesticarlos para cazar. Se han encontrado grabados y jeroglíficos de guepardos con collares y correas. La realeza y las clases poderosas utilizaban sus pieles como vestimenta para ceremonias.
DEL MASÁI MARA AL SERENGETI
Hay otro lugar donde los guepardos tienen un refugio excepcional. Se trata de las llanuras del Serengeti, en Tanzania, y las de Masái Mara, en Kenia. Allí, grandes extensiones de hierba forman la típica imagen de la sabana africana. Un lugar donde vive toda la gran fauna de este continente; desde guepardos y leones hasta elefantes, jirafas y rinocerontes.
Entre Masái Mara y el Serengeti nos movemos también en un todoterreno, pero esta vez en un paisaje más variado y con más colorido. Vemos a pastores masái, que viven de forma seminómada en el Gran Mara. Muchos de ellos van vestidos con la típica manta roja y una vara de madera. "No hay vallas que separen la reserva [de Masái Mara] y los guepardos siguen a nuestras cabras y ovejas en pleno día, aunque nosotros estemos con el rebaño. Ante cualquier descuido, pueden robarnos un animal. Es un problema muy importante para nosotros", nos cuenta un pastor de la zona.
Foto: Andoni Canela
PROYECTO DE CONSERVACIÓN DEL GUEPARDO
En el Gran Mara funciona con éxito desde hace casi una década un proyecto de Kenya Wildlife Trust , apoyado por la organización ecologista Fondo Mundial para la Naturaleza, que se llama Mara Predator Conservation Programme. El proyecto trata de hallar soluciones, desde la investigación científica, para que guepardos, leones, leopardos y hienas puedan convivir con las poblaciones humanas.
La investigadora keniata Caroline Ngweno, con larga experiencia en el campo, es la directora del proyecto. Trabaja en Olare Motorogi y otras zonas del Gran Mara, en territorio masái. Según explica, para que los grandes felinos como el guepardo puedan sobrevivir en zonas humanizadas es vital trabajar con la población local, desde que son niños y jóvenes. "Varias partes del proyecto van dirigidas a escuelas y a la comunidad local. Hacemos muchas actividades para que los chicos y sus padres vean el valor añadido que supone tener a los guepardos y a los otros depredadores", señala.
"Para que los grandes felinos puedan sobrevivir en zonas humanizadas es vital trabajar con la población local", explica Caroline Ngweno, directora del proyecto Mara Predator Conservation Programme.
Foto: Andoni Canela
AMIGOS DE LOS NIÑOS
"Otra iniciativa que funciona muy bien –comenta Ngweno– es la creación de ‘clubs de fauna salvaje’ en que participan los niños". El proyecto también ha producido varios documentales donde la población local también es la protagonista. "Después realizamos proyecciones en las aldeas de la zona; la gente habla sobre sus problemas y con su experiencia surgen posibles soluciones sostenibles para reducir la pérdida de ganado. Algunas son ingeniosas y otras son imposibles de aplicar, pero todas las propuestas y discusiones son válidas para buscar soluciones y evitar que el veneno o las balas sean la única solución a los ataques de los felinos".
El futuro del guepardo es el mismo que el de muchas especies amenazadas y el mismo del planeta. Como dice la doctora Ngweno, ese futuro se encuentra con el presente de los niños y jóvenes y con su capacidad para dar un giro al comportamiento depredador del ser humano. La cuenta atrás ya ha comenzado, y cada vez hay menos tiempo. Esperemos que no sea demasiado tarde para esta maravillosa especie.