Diario Fotos Videos Acampando en el Kalahari. En invierno, en el desierto del Kalahari las noches y las mañanas son muy frías, en contraste con el resto del día, por eso nuestros sacos de dormir son gruesos. Lo mejor es cuando los primeros rayos de sol empiezan a calentar. El Kalahari destaca en algunos de sus enclaves por unas dunas de color rojizo. La vegetación es escasísima: apenas unos arbustos y unas acacias enanas. Desde una duna, bajo un cielo azul intenso del desierto, el guepardo puede calibrar sus nuevas andanzas. Un grupo de órices del cabo sobre las arenas del desierto. El oryx (órice) del Cabo es uno de los antílopes más bellos; su atlético cuerpo se distingue a kilómetros de distancia. Sus cuernos, largos y puntiagudos, se vendieron antaño en Europa como si fueran de unicornio. En este desierto la lluvia es escasa y hay muy poca densidad arbórea. El cielo habitualmente está libre de nubes y es de azul intenso, sobre todo al mediodía, lo que permite mirar al horizonte y descubrir la idílica imagen de postal con la que se suele asociar a África. Si lo comparamos con otros felinos, observaremos que los guepardos son más delgados y tienen la cabeza más pequeña y redonda. Las pistas del Kalahari son de arena profunda y conducir por estos lares no es nada sencillo. Para moverse por estos caminos es necesario un todoterreno y conducir con destreza para no atascarse. Los guepardos están especializados en la caza de presas medianas, como la gacela de Thomson impalas y antílopes pequeños. En este caso una hembra de guepardo se alimenta de una cría de impala de pocas semanas que ha cazado unas horas antes. Un guepardo olisquea el tronco de un árbol. Los guepardos se comunican a través de señales olfativas. Es muy habitual que un mismo árbol tenga varias marcas de diferentes felinos. Cuando lo huelen, pueden identificar qué individuo ha pasado por allí, su sexo y su disponibilidad, en caso de que estén en época de celo. El guepardo es el único superviviente de su género, Acinonyx. Además de tener un cuerpo esbelto y una cabeza pequeña y redondeada, su pelaje es grueso, muy corto y de color amarillento. Sus patas recuerdan a las de los galgos, largas, que se pliegan y expanden para correr velozmente. Un guepardo se alimenta de un antílope que ha cazado la noche anterior. Gacelas, impalas y antílopes o crías de ñus y cebras son las presas habituales del guepardo en el Kalahari, aunque también se les puede ver atrapando roedores, liebres e incluso algún ave. En la búsqueda del guepardo nos encontramos con un grupo de suricatas. Estas mangostas, pequeñas y muy delgadas, viven en el Kalahari y con frecuencia se ponen de pie, ofreciendo una curiosa imagen típica de África. Fotografiando órices del Cabo y gacelas saltarinas en el desierto del Kalahari. Una avutarda kori sobre una zona de dunas del Kalahari. Es el ave más pesada que es capaz de volar. El guepardo suele cazar de día para evitar que otros animales carnívoros como leones, hienas o leopardos le disputen la comida. El guepardo alcanza esos 100 km/h en apenas tres o cuatro segundos. Normalmente se acerca o espera a su presa a la mínima distancia posible... y si lo consigue, pocas presas se escapan por velocidad. Tres guepardos acorralan a un gato montés africano después de perseguirlo durante varios minutos. El guepardo tiene unas rayas negras en el rostro, desde los ojos hasta las fauces (igual que las que se pintan jugadores de fútbol americano o soldados en la batalla) cuya función es evitar los reflejos del sol al cazar. En África, el guepardo habita en zonas de sabana, como el Masái Mara (en la foto) y el Serengueti. También en el parque Kruger (Sudáfrica) y en zonas desérticas como el Kalahari. Los avestruces son muy habituales en este desierto y, a pesar de ser un ave muy veloz, en ocasiones acaban siendo presa de los guepardos. La piel de los guepardos está salpicada por miles de pequeñas manchas negras (se calcula que entre 2.000 y 3.000) que les permite mimetizarse con el árido paisaje del hábitat en el que viven y, de esta forma, pasar desapercibidos de cara a conseguir acercarse a sus presas para finalmente darles caza. Un grupo de ñus caminan en busca de agua. En la época seca y cientos de gacelas saltarinas, ñus y órices del Cabo se reúnen en torno a algunos bebederos, los únicos lugares en estos hábitats desérticos donde avituallar.