Cuando el volcán Calbuco, en Chile, se despertó con un rugido en abril de 2015, explotó sin previo aviso. La columna cargada de ceniza se elevó 23 kilómetros en la atmósfera y generó una tormenta espectacular que produjo miles de rayos. Aunque las explosiones volcánicas más altas y potentes suelen producir los aparatos eléctricos más deslumbrantes, no todas las erupciones volcánicas desencadenan rayos. La ciencia apenas ha empezado a entender los complejos procesos que determinan cuándo se producen las tormentas volcánicas. La intensidad de la erupción y la presencia de agua son condiciones cruciales, y la investigación de recientes erupciones en Alaska e Indonesia ha esclarecido el papel que desempeña el hielo en la generación de rayos. Aún no está claro en qué proporción exacta deben estar presentes el hielo y la ceniza para que se produzcan, pero los científicos siguen estudiando el fenómeno en busca de respuestas.
Este artículo pertenece al número de Abril de 2021 de la revista National Geographic.