En medio del océano y en plena noche, una línea de descenso provista de luces se hunde en silencio 30 metros en las oscuras profundidades del agua.
Minutos después se oye un chapoteo: son los buzos que se sumergen tras ella. Equipados con escafandra autónoma, una panoplia de focos y las cámaras acuáticas acopladas al traje, el fotógrafo David Doubilet y la bióloga marina Jennifer Hayes se internan en el reino de lo inimaginable.
Foto: David Doubilet y Jennifer Hayes
Un ejemplar juvenil de pámpano africano atraviesa el paso de la Isla Verde, importante ruta marítima de Filipinas. Sus largos filamentos ondulantes se asemejan a los tentáculos de las medusas.
«Cuando bajas por primera vez, es una galaxia de luz –dice Doubilet sobre las inmersiones nocturnas en mar abierto–. Ves los haces de luz de enfoque de las cámaras y las luces rojas de tus compañeros: una galaxia aquí, otra allá».
En la oscuridad, ya sea en el mar de los Sargazos del Atlántico Norte o en las aguas tropicales de las islas Raja Ampat, en Indonesia, Doubilet y Hayes ven cosas que muy pocos logran contemplar jamás. Estas inmersiones son «el equivalente al "Aprendiz de brujo" [de la película Fantasía] en versión marina –describe Doubilet–. Seres y seres singulares danzando en medio de la noche».
Ilustración: Joe McKendry
National Geographic Society, comprometida con la divulgación y protección de las maravillas de nuestro planeta, financia desde 2012 la labor del Explorador David Doubilet. Este año se cumple el 50 aniversario de su primera misión como fotógrafo de National Geographic. Doubilet y Jennifer Hayes documentan tanto la belleza como la devastación de nuestros océanos.
La pareja capta raras imágenes de criaturas en su estadio larval y observa las ingeniosas estrategias a las que recurrenlos animales para sobrevivir durante la noche, como el juvenil de jurel caballo, que se esconde detrás de una medusa. Pero mientras la corriente impulsa a los buzos por el mar, estos deben estar pendientes de las burbujas que desprenden para saber dónde está la superficie y no perder de vista las luces de la línea de descenso para no alejarse de la embarcación.
«Todo está a merced de la corriente –observa Hayes–. Te limitas a moverte con los animales, con la fortuna de encontrártelos».
A continuación, una muestra de su trabajo.
Este artículo pertenece al número de Octubre de 2021 de la revista National Geographic.