«Siempre estoy persiguiendo la luz. La luz convierte lo ordinario en mágico», afirma el fotógrafo australiano Trent Parke. Y la bioquímica Lucía Sánchez Ruiloba, experta en microscopía, lo suscribe. La idea de hacer esta secuencia fotográfica, galardonada en el concurso Fotciencia que cada año convoca la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, le surgió mientras desempeñaba su trabajo en el Instituto de Investigaciones Marinas (IIM) del CSIC de Vigo, Pontevedra, donde el científico Miquel Planas, jefe del Laboratorio de Biología y Fisiología Larvaria de Peces del centro, estudia y cría desde hace años caballitos de mar de hocico largo (Hippocampus reidi). Fascinada con la morfología de estos bellos animales, usó la luz para destacar sus diferentes aspectos morfológicos.
«La primera imagen, tomada con luz incidente, muestra la morfología externa del signátido y destaca los tres tipos de aletas, la cola prensil y los diferentes tonos de la piel, carente de escamas», explica Sánchez Ruiloba. La siguiente la realizó con luz transmitida (una luz que atraviesa la muestra) tras un proceso de despigmentación, transparentación y marcaje de la estructura ósea con un compuesto orgánico denominado alizarina roja.
«En ella se aprecian los tres otolitos, esas pequeñas manchas negras ubicadas detrás del ojo, que le sirven para mantener el equilibrio y percibir la profundidad a la que se encuentra», añade. En la tercera imagen usó la técnica de campo oscuro, en la que se usa solo la luz difractada (luz que pasa a través de orificios para ampliar su haz) para destacar estructuras internas, como el tracto digestivo. «La última, en la que utilicé la capacidad fluorescente de color rojo intenso de la alizarina, me permitió resaltar solo el tejido óseo y hacer desaparecer el resto de las estructuras». Sin duda, el resultado es evocador.
Este artículo pertenece al número de Mayo de 2020 de la revista National Geographic.