En su maravilloso libro Terra insecta, la bióloga noruega Anne Sverdrup-Thygeson califica al barquero menor europeo (Micronecta scholtzi), un insecto de agua dulce de apenas dos milímetros de longitud, como uno de los bichos más escandalosos del mundo, si consideramos el ruido que son capaces de producir los machos de esta especie en comparación con sus diminutas dimensiones. Hace unos años, unos investigadores de la Universidad de Strathclyde, en Escocia, y del Museo Nacional de Historia Natural de Francia lograron medir los decibelios que alcanzaba su comunicación acústica. Para ello recolectaron varios ejemplares y los instalaron en unos tanques de agua con micrófonos submarinos. Los resultados fueron estruendosamente sorprendentes: de media, el sonido que producen estos hemípteros para atraer a las hembras alcanzó los 78,9 decibelios, un volumen que en tierra equivaldría al ruido de un tren de carga pasando a unos 15 metros de distancia. Pero en los momentos álgidos superaron los 99 decibelios, algo así como el fragor de una orquesta escuchada desde la primera fila del auditorio.

Los machos de barquero menor entonan sus melodías en coro y todos se esfuerzan en ser el más sonoro de este peculiar orfeón para eclipsar a sus compañeros y ser los elegidos de las hembras. Si el volumen que alcanzan es llamativo, su «instrumento musical» aún lo es más: frotando su pene contra el abdomen, producen una especie de canción que puede ser percibida por el oído humano desde la orilla de un río o de un estanque, tras propagarse a través de la interfase agua-aire. Ese frotamiento musical, llamado estridulación, es común en muchos animales. Pero que el instrumento de fricción sea el pene, eso solo se conoce en este y en otro insecto, concretamente una polilla. ¡Estridula como puedas!

Otros datos

El barquero menor europeo macho produce esos fuertes sonidos frotando su pene contra unas crestas del abdomen ubicadas en un área diminuta de 50 micras, el grosor de un cabello humano. Los machos son capaces de sincronizar sus cantos, conformando un coro en el que todos quieren ser el solista. Estos chinches, de la familia de los coríxidos, viven en charcas y corrientes de agua dulce, y se alimentan de algas y plantas acuáticas.

Este artículo pertenece al número de Abril de 2021 de la revista National Geographic.