Sus entusiastas lo comparan con los diamantes. El vidrio marino –procedente de fragmentos de botellas y tarros– es basura que el mar transforma y los coleccionistas atesoran. Su origen es el pico histórico de producción de vidrio de consumo que se produjo antes del auge de los plásticos de usar y tirar; su atractivo estriba en la ilusión infantil de descubrir un tesoro por capricho del tiempo y las mareas.
Hoy, cuando el vidrio marino escasea, los sucedáneos artificiales –como los vidrios deslustrados con ácido– están suplantando al auténtico. Pero los ácidos pueden generar residuos tóxicos, lo que hace de esta gema artificial utilizada en joyería y decoración un problema en potencia. Por ejemplo, añadir vidrio marino falso a un acuario doméstico podría alterar el pH del agua con peligrosas consecuencias.
¿Cómo distinguir el vidrio marino auténtico? Según el experto Richard LaMotte, una señal es la presencia de minúsculas marcas en forma de C,así como los tonos verdes y marrones. Los fragmentos de color naranja y rojo son raros. Las superficies uniformes, sedosas o aceitosas delatan que se trata de una imitación.
Aún se puede encontrar vidrio marino auténtico, sobre todo en las costas donde antes se producía vidrio de consumo. LaMotte recomienda buscar después de un temporal, en los meses de invierno, cuando las aguas revueltas pueden hacer aparecer una joya.
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Este artículo pertenece al número de Abril de 2022 de la revista National Geographic.