La Guerra Civil obligó a Blas Cabrera, considerado el padre de la física española, a exiliarse. Acabó en México, donde fue profesor universitario hasta que en 1945, a los 67 años, murió víctima del párkinson. Desaparecía así un científico tan extraordinario como desconocido por el gran público, cuyos experimentos contribuyeron al desarrollo de la teoría cuántica del magnetismo. El pasado mes de octubre sus restos y los de su esposa, hijo y nieta regresaron por fin a su tierra natal, Canarias, y ahora yacen en La Laguna, Tenerife, donde Cabrera pasó su infancia. Es la culminación de un largo proceso promovido por su nieto, el también físico Luis Blas Cabrera, y Jorge Méndez, profesor de Física en la Universidad de La Laguna, entidad que se ha involucrado en la recuperación de su nombre y su legado. Hoy, una escultura en su honor luce en la Facultad de Ciencias de esta universidad y, en Madrid, el CSIC ha aprobado rebautizar el Instituto de Química Física Rocasolano con el nombre de este científico pionero en el estudio de las tierras raras, del que fue director cuando el centro se llamaba Laboratorio de Investigaciones Físicas. «En colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, hemos podido recuperar manuscritos inéditos que Cabrera escribió durante su exilio y que pronto estarán a disposición de la comunidad científica», apunta Méndez. 

Todo ello ha sucedido coincidiendo con una célebre efeméride: este año se cumplen 100 años de la única visita que Albert Einstein hizo a España, en la que compartió paseos con Cabrera. El físico alemán asistiría en Madrid a la ceremonia del 4 de marzo de 1923 para recibir del rey Alfonso XIII el título de académico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en presencia de Blas Cabrera (abajo, a la derecha). Siete años más tarde volverían a coincidir en el sexto congreso científico de la Conferencia Solvay, celebrada en Bruselas, sobre magnetismo. Allí, Cabrera, primer físico español en acudir al renombrado evento, departió también con Marie Curie, Niels Bohr, Ernest Rutherford o Enrico Fermi. El suyo ha sido un regreso largamente esperado a una tierra de la que nunca quiso marchar.

Este artículo pertenece al número de Julio de 2023 de la revista National Geographic.

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