No apareció sombra de terror, ni sonó el eco del tópico cinematográfico, el día que Gádor Muntaner, con 16 años, después de conseguir el título para bucear en aguas abiertas en Maldivas, se encontró cara a cara con su primer tiburón. «Sentí una paz, una relajación y una admiración ante un animal tan perfecto y tan distinto a lo que se cree de él que me enamoré», confiesa con entusiasmo. Recuerda aquella inmersión y el flechazo con nitidez: «Era un tiburón de arrecife de puntas negras, un ejemplar juvenil, con una mirada muy inocente: tenía más miedo él de mí que yo de él». Desde ese momento, el buceo se convirtió para Gádor en una obsesión: «Para mí el mar era una meditación en tiempos de revolución adolescente». Y el tiburón, en su causa: «Quise darle voz porque es un incomprendido».
Foto: Gádor Muntaner
Involucrada en diversos proyectos para la conservación del mundo submarino, combina su labor científica con la divulgación. Es embajadora de la revista National Geographic España en su 25 aniversario.
Gádor estudió farmacia para seguir la tradición familiar, pero la duda planeaba insistente. Al acabar el tercer curso dio un giro de timón y se matriculó en ciencias del mar en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. «Quería ser científica y pasar todo el tiempo posible bajo el agua». Casi le tumban el sueño: un profesor le dijo que tenía el síndrome de Cousteau y que lo que le daría de comer eran la física y la dinámica costera. Por suerte, no le hizo caso. Siguió inmersa en su ideal y obtuvo una beca para acabar la carrera en Baja California, donde realizó una investigación sobre los contaminantes presentes en el tiburón blanco: «Hay pesticidas que ya no usamos, como el DDT, prohibido desde hace 50 años, pero que son tan potentes que persisten en el mar y en los tejidos de los animales». Dado que se estima que 100 millones de tiburones mueren al año para acabar en el plato, a Gádor le gusta poner este estudio… sobre la mesa: «Tal vez a los comensales no les importan los tiburones, pero sí saber que su salud está en riesgo».
La divulgación científica es clave, pues necesitamos cambios urgentes, afirma esta oceanógrafa con causa que, junto con otras 11 mujeres, ha creado una ONG en Baja California para guiar el tránsito de una comunidad dedicada a la pesca del tiburón hacia el ecoturismo. Mientras, bucea por todos los mares del mundo. Y si es con tiburones, mejor: «Por su importancia en el equilibrio de los ecosistemas marinos y por haber sido tratados como monstruos sin serlo, se lo merecen».
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Este artículo pertenece al número de Mayo de 2022 de la revista National Geographic.