«Esta es la última foto que tomé allí», recuerda Davide Monteleone. Con «allí» se refiere a una bahía situada a 20 kilómetros al sur de Bergen, en Noruega. «Fue una medianoche del pasado mes de junio. Una increíble puesta de sol iluminaba el lugar justo en el momento en que dos científicos emergían del mar tras inspeccionar uno de los mesocosmos de la estación de investigación marina de Espegrend». En esta especie de recintos flotantes se llevan a cabo experimentos relativos a la capacidad oceánica de absorción del CO2 atmosférico.

Es una imagen impresionante que ilustra un problema formidable, pero que no estaba en el plan original del fotógrafo. «Al principio quería hacer una foto submarina –dice–. Lo intentamos varios días, pero la visibilidad siempre era mala porque en el agua había demasiadas partículas en suspensión». En vano guiaba, desde la superficie, a uno de los buzos científicos, el doctor Michael Swat. Hasta que, en el último momento, logró captar esta imagen inesperada.

«La mayor dificultad de esta foto y del propio artículo era visibilizar algo que no se ve –subraya el fotógrafo–. Mi objetivo era plasmar la historia de las nuevas tecnologías destinadas a reducir el exceso de CO2. Pero mis ayudantes y yo nos encontrábamos constantemente con escenas tan emocionantes como anodinas desde el punto de vista visual».

Davide Monteleone lo interpreta como una lección: «Resolver un problema es un reto, tanto en el mundo de la fotografía como, ya a otro nivel, en la lucha contra el CO2. Debemos encontrar soluciones que no sacrifiquen la complejidad del tema».

Este artículo fue publicado en el número de noviembre de 2023