Tom Hegen hace retratos del Antropoceno, esta era que habitamos y en la que la influencia dominante en la Tierra es la actividad humana. Su labor requiere a menudo la observación a vista de pájaro: asomarse desde un helicóptero o pilotar un dron. Tomadas desde las alturas, sus series fotográficas muestran los vastos efectos de los glaciares en retroceso, las tierras de cultivo explotadas, las canteras contaminadas y, en este caso, las minas de carbón de su Alemania natal.

Algunas minas siguen operativas; otras están agotadas y clausuradas. El lignito en Alemania casi siempre es subterráneo, lo que se traduce en grandes excavaciones industriales que pueden contaminar ecosistemas y cursos de agua. Con el carbón se produce electricidad barata, pero se cobra el alto precio de dejar un territorio cuajado de cicatrices. Aunque esas marcas son desagradables, dice Hegen, él busca dar a sus retratos una belleza abstracta con la esperanza de que la gente los mire y se pare a pensar en los problemas ecológicos que plasman.

Un fotógrafo convierte las cicatrices de la minería en obras de arte abstracto, confiando en concienciar a los espectadores.

Estas fotografías se tomaron en Alemania, pero la extracción de combustibles fósiles y minerales genera escenas similares a estas en otros lugares. Sin embargo, se atisban indicios de cambio. El Gobierno alemán afirma que pondrá fin a la extracción de carbón y cerrará las centrales térmicas que emplean este combustible antes de 2030.

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Este artículo pertenece al número de Febrero de 2022 de la revista National Geographic.