Hubo un día en que Carlota Bruna fue invitada a la sede del Parlamento europeo para contar que quería cambiar el mundo. Para que su voz contra los plásticos de un solo uso llegara a quienes pueden legislar sobre nuestros mares, tierras, aguas. Corría el año 2019, había cumplido los 21 y estrenaba una faceta activista que siempre estuvo latente, pero que se manifestó cuando estudiaba la carrera de Empresariales: «Sentía que aquello que aprendía no me llenaba, que tenía que vivir más acorde con la naturaleza y transmitir este mensaje».

Carlota Bruna
Foto: Pau Fabregat

Carlota, de 25 años, es dietista y nutricionista, y este año es storyteller de la edición española de National Geographic en su 25 aniversario.

Si hay un hábito imperioso que dirige nuestras vidas y nos mantiene vivos, este es comer. Y si hay un tipo de consumo tan masivo como mejorable, este es el de la alimentación. Y así fue, por la importancia que da a uno de los factores más determinantes para conseguir un planeta mejor, que Carlota Bruna decidió estudiar Dietética y Nutrición. «Alimentarnos bien debería ser prioritario, no solo por nuestro organismo, sino también por el impacto que hacerlo tiene sobre el entorno», dice. Aprender cada detalle sobre lo que comemos, estimar su valor más allá de su precio, rastrear su origen geográfico y su relación con el ecosistema es el objetivo de Carlota, que ha creado su propia distribuidora de productos de agricultura local. Por su cabeza siempre revolotea el término «ecoansiedad», o preocupación constante por la huella que dejamos y por la crisis climática: «Hay fenómenos como el cambio de patrones en las precipitacio-nes, las altas temperaturas o las sequías prolongadas que a corto plazo tendrán una repercusión directa en lo que comemos».

Carlota nació en Barcelona en 1997, el mismo año que la edición española de National Geographic. Casualidades, apunta, «en casa de mi abuelo recibían la revista, y mientras él dormía la siesta, yo alucinaba con los animales salvajes que conocería de mayor». El día que marchó a Kenya para colaborar con el santuario de rinocerontes de Ol Pejeta, su anhelo se cumplió. Esta es solo una de las incontables campañas en las que ha participado: desde la que se manifiesta contra el comercio de la aleta de tiburón hasta la que se opone a la ampliación del aeropuerto de Barcelona o la que denuncia la ganadería industrial: «Me enorgullece haber podido visitar granjas y denunciar cómo tratan a los animales».