Los espectaculares paisajes de la Tierra nos pueden dejar sin aliento, pero para Reuben Wu eso no era suficiente. Este fotógrafo, artista visual y productor musical tenía la sensación de que a las montañas, las playas y los glaciares más majestuosos de nuestro planeta les faltaba algo.
Concretamente, luz artificial.
La idea surgió de un error. Una noche, cerca del valle de la Muerte, en California, Wu colocó una cámara para captar una serie de fotografías nocturnas de larga exposición. Justo entonces pasó una camioneta que, con sus potentes faros, inundó la escena de luz.
Al principio, recuerda Wu, «aquella intromisión me fastidió enormemente, pero al revisar las imágenes quedé fascinado. Era iluminación artificial en un entorno natural».
Encender una luz artificial en un entorno natural cubre el paisaje de una pátina esclarecedora.
De aquella yuxtaposición nació el deseo de añadir luz artificial a otras escenas en las que no debería estar: lagos, cañones, altos pilares de roca en pleno desierto… Para ello pilotó drones equipados con focos delante de las cámaras, tomando exposiciones largas de hasta 30 segundos. A continuación superpuso las imágenes para crear composiciones y, en algunos casos, retocó la versión final para eliminar el dron, pero quedándose con la luz que proyectaba.
El resultado fueron unos paisajes incongruentes, oníricos, acertijos visuales que retan al observador a preguntarse cómo se generó la escena.
Wu trabaja sobre todo en Estados Unidos, su país de residencia. Pero todos los paisajes de la Tierra son candidatos a retratarse de esta manera: cualquier escenario, en cualquier lugar, puede captarse de un modo diferente al habitual.
Con esta serie Wu pretende confundir: ¿es naturaleza? ¿Es arte? La desorientación, explica, abre la mente a nuevas formas de ver.
Este artículo pertenece al número de Septiembre de 2020 de la revista National Geographic.