Los simpáticos lémures de cola anillada (Lemur catta), unos primates endémicos de Madagascar, poseen glándulas odoríferas en los antebrazos, hombros y genitales, mediante las cuales segregan sustancias olorosas que les sirven para transmitir a sus congéneres distintos tipos de mensajes. En concreto, las glándulas de las muñecas emiten unos olores con los que los machos, habituados a vivir en grandes grupos dominados por hembras, marcan el territorio y constatan su rango social frente a sus congéneres. Lo que no se sabía hasta hace poco era que, además, esas sustancias químicas parecen actuar también como feromonas sexuales para atraer a las hembras durante el celo. Esa es la conclusión que baraja un equipo de investigadores liderado por Kazushige Touhara, profesor en el departamento de Química Biológica Aplicada de la Universidad de Tokio, tras observar que en la época de reproducción las lémures olisquean las muñecas de los machos más tiempo del habitual. Es muy posible –aún hay que acabar de verificarlo– que se trate de la primera identificación de feromonas sexuales constatada en primates.
Los machos preparan la fragancia de su perfume frotándose las muñecas para estimular la secreción. Luego restriegan su peluda cola con la mezcla, formada por acetamida y tres aldehídos: dodecanal, 12-metiltridecanal y tetradecano, los cuales crean una fórmula única, exclusiva para el apareamiento, un olor afrutado y floral que se genera al tiempo que se incrementa el nivel de la testosterona. Con las colas bien embadurnadas, estos lémures se acercan a las hembras y proceden a agitarlas cual plumeros delante del hocico de las damas, las cuales, por lo que parece, quedan gratamente impactadas. En opinión de Touhara, si se acaba confirmando que se trata de feromonas, estas podrán ser de utilidad para aumentar la eficiencia reproductiva de estos amenazados animales.
Este artículo pertenece al número de Febrero de 2023 de la revista National Geographic.