Desde la capital keniana, dos voces nos hablan acerca de Nairobi y de la pandemia.

DANIEL OWINO OKOTH: Mi nombre artístico es Futwax. Soy músico, ingeniero de sonido, líder comunitario y estaba estudiando producción musical. Tengo familia: mujer y un hijo. En Kibera tenemos mucho que explicar sobre cómo vivimos la vida, ¿sabe? Lo contamos a través de la música, del arte, y yo hacía bolos, actuaba en escuelas. Instruía a la gente sobre Kibera, sobre los guetos del mundo. Todo iba bien antes del corona. Tenía muchas ganas de grabar vídeos musicales, pero entonces llegó el virus.

NICHOLE SOBECKI: Kibera es uno de los ciento y pico asentamientos urbanos informales, como yo los llamo, de Nairobi. Sé que la gente los llama «barrios de chabolas», pero son lugares con nombre, rebosantes de creatividad y emprendimiento. Kibera es uno de los más grandes de Nairobi, y en una jornada normal sus calles comerciales serían un hervidero de empresas, restaurantes, hoteles y tiendas de verduras, de carne y de ropa de segunda mano. Energía y bullicio. El bullicio es la base sobre la que está construida Nairobi. Hace nueve años que vivo en esta ciudad fascinante. Futwax es un buen ejemplo: ganó el concurso de Mr. Kibera, que se celebra todos los años. Si conoces Kibera, sabes quién es Futwax, y a principios de la pandemia él se dio cuenta de que eso iba a tener una repercusión palpable para su comunidad.

El músico Daniel Owino Okoth, conocido como Futwax, canta en su casa de Kibera con su hijo Julian Austin, quien a sus cuatro años es aprendiz de teclista. Están interpretando «Have you Sanitized?» (¿Te has desinfectado?).
Nichole Sobecki

DANIEL: Como no podemos viajar, mi calendario de bolos quedó trastocado. Aquí en Kibera no tenemos «distancia social». Compartimos los aseos. Entramos y salimos por las mismas puertas. No tenemos supermercados; compramos en los mismos quioscos. Vimos gente a la que se llevaban en ambulancia, gente de las chabolas internada en centros gubernamentales de aislamiento, ¿sabe? Por eso decidí hacer cosas por mi cuenta y fui a hablar con los directores del Centro Cívico de Kibera.

NICHOLE: El centro cívico se abrió hace unos años, en el corazón de Kibera. Es un espacio de gestión comunitaria que ofrece agua corriente, lavandería, cuartos de baño, formación profesional, acceso al crédito y ordenadores. También es un lugar de reunión rodeado por un mercado, y por eso tienen instalada una megafonía en el exterior para emitir música y avisos. Ahora es habitual ver a Futwax en las terrazas o caminando por la zona con un megáfono, hablando sobre el coronavirus y explicando cómo proteger a los demás.

Enfundados en trajes de protección con el logo del equipo, estos futbolistas de la Asociación Deportiva Juvenil Ngando actuaron de manera voluntaria como una brigada de desinfección.
Nichole Sobecki
Para este padre y su hijo, la cuarentena que se autoimpusieron pasaba por practicar el swing en el tejado del edificio de su piso. El exclusivo Club de Campo Muthaiga, donde normalmente juegan al golf, anunció la pasada primavera su cierre temporal.
Nichole Sobecki

DANIEL: El centro tiene un estudio de grabación en el que yo estudiaba producción musical. Lo cerraron con la pandemia, pero les propuse grabar unos anuncios de radio sobre el corona en varios idiomas. Dijeron que de acuerdo, si entraba en el estudio con un solo acompañante cada vez y lo desinfectaba todo entre persona y persona. Así que llevé a gente que habla lúo, luyia, swahili, quisi, y nubio –aquí tenemos muchos idiomas– y los grabé diciendo: ¡Por favor, poneos la mascarilla! Si vais a estornudar, ¡hacedlo en la flexura del codo! Al hablar con alguien, ¡no os acerquéis demasiado!

NICHOLE: Su canción es superpegadiza, y la están poniendo no solo en Kibera, sino también en otras zonas de Nairobi. Él sintoniza con las preocupaciones de la gente y habla sheng, el dialecto urbano de Nairobi, una jerga dinámica basada en el swahili que puede variar de un barrio a otro, de un mes al siguiente. Muchas veces vemos cómo mandan mensajes de salud pública desde arriba, cómo llega gente de fuera tratando de educar a una comunidad, pero a la hora de la verdad lo que hace Futwax tiene un eco infinitamente más potente.

En un barrio de mansiones y tiendas de lujo, la monitora de yoga Oriane Torode dirige un taller sobre el sistema inmunitario. Debido a la COVID-19, la mayoría se sus clases son ahora por internet.
Nichole Sobecki
Con su escuela de danza cerrada por la cuarentena, Eugene Ochieng, de 12 años, y sus amigos convierten un callejón en sala 
de baile. En la hacinada barriada de Kibera, los ordenadores son una rareza; en la foto, el profesor dirige a los bailarines desde 
un móvil prestado.
Nichole Sobecki

DANIEL: Había gente que se negaba a tomar medidas de higiene, a ponerse la mascarilla… Me rompía el corazón. Yo les pregunto: ¿qué responsabilidad estás asumiendo tú como ciudadano? Como empresario, cuando estás atendiendo a tus clientes, ¿les dices que paguen con medios electrónicos? ¿Tienes un punto de lavado de manos? Así que me metí en el estudio y lo expresé con música. Estoy concienciando a la comunidad, mezclando idiomas, un poco de swahili por aquí, un poco de inglés por allá, y estoy hablando sheng. Una mama mboga es una pequeña emprendedora que vende hortalizas. Un wochi es un vigilante. Wewe significa tú, como cuando dices: «¡Oye, wewe, Nichole!».

A la tenue luz de su alojamiento provisional en el trastero de un amigo, Patrick Mwangi y su mujer, Regina, se acurrucan con sus hijas, Lucy, de un año, y Peace, de cinco. Su casa de Kariobangi Norte y el puesto de venta de samosas de Patrick fueron arrasados en un desahucio para hacer sitio a una promoción urbanística.
Nichole Sobecki

«¿Te has desinfectado?», de Futwax (estribillo)

¿Te has desinfectado, mama mboga wewe?
¿Te has desinfectado, wochi wewe?
¿Te has desinfectado, empresario?
¿Te has desinfectado, chica del gueto, chico del gueto?
¿Te has desinfectado, presidente, policía, policía de tráfico?
¿Te has desinfectado, predicador, predicador?
¿Te has desinfectado, en todo el mundo mundo mundo mundo?

Este artículo pertenece al número de Noviembre de 2020 de la revista National Geographic.

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