Cédric Gerbehaye vestía tal y como le habían recomendado los profesionales sanitarios que tenía a su alrededor: mascarilla; pantalla facial; mono entero; calzas dobles sobre los zapatos; guantes dobles, los exteriores de plástico, pegados con cinta adhesiva para cortar el paso al virus. Aprendió a manejar la cámara de fotos a través del plástico. En una residencia de mayores de Bruselas vio cómo una anciana miraba a los ojos a la enfermera que había acudido para ha--cerle una prueba de COVID-19. «J’ai peur», le dijo.
Foto: Cédric Gerbehaye
La enfermera le tomó las manos y contestó: yo también tengo miedo. Ella y su equipo iban a hacer pruebas a casi 150 pacientes solo en esa jornada. Cuando terminó y se giró hacia Gerbehaye, habló con una voz que el fotógrafo no ha podido olvidar; era un tono de derrota, fortaleza, pena y furia al mismo tiempo. «Somos los únicos que podemos acercarnos a ellos –dijo–. Si no lo hago yo, ¿quién lo hará?».
Foto: Cédric Gerbehaye
Foto: Cédric Gerbehaye
Gerbehaye tiene 43 años y es nieto de supervivientes belgas y holandeses de la Segunda Guerra Mundial. Por su profesión de fotoperiodista no le son ajenas la guerra y la muerte. Pero cuando la primavera pasada escudriñó las entrañas de hospitales, geriátricos y furgones funerarios, comprendió que los belgas de su generación –como sus abuelos décadas atrás– estaban viendo por primera vez a su país sumido en la crisis y el miedo.
Foto: Cédric Gerbehaye
Foto: Cédric Gerbehaye
J’ai peur.Durante unas semanas de marzo y abril, la tasa de mortalidad por COVID-19 en Bélgica parecía ser la más alta del mundo. ¿Se debía a que las autoridades belgas contabilizaban las muertes con más transparencia que otros países, como alegaban algunas voces? En cualquier caso, entre las víctimas que vio Gerbehaye en su seguimiento del personal funerario y sanitario de Bruselas y de otras dos ciudades más pequeñas también se contaban los vivos: mujeres y hombres en primera línea de combate, cuidando a los enfermos, improvisando sobre la marcha, sobrepasados.
Foto: Cédric Gerbehaye
Foto: Cédric Gerbehaye
Una tarde, a las puertas de un hospital de Mons, dos enfermeras se sentaron cerca de él, mudas, agotadas, fumando sendos cigarrillos en sus minutos de descanso. Le recordaron a los animales que se acurrucan para darse calor. He visto a vuestras hermanas en las clínicas de Gaza después de los bombardeos, se dijo; como ellas, sois parte de la historia, aunque estéis tan cansadas que no os importe. Levantó la cámara. Las enfermeras no alzaron la vista.
Foto: Cédric Gerbehaye
Este artículo pertenece al número de Noviembre de 2020 de la revista National Geographic.