El baño forestal no es mucho más que un paseo relajado por el bosque. Sin embargo, la práctica japonesa del shinrin-yoku supone una activación multisensorial más deliberada y meditativa en plena naturaleza.
Esta disciplina, introducida en los años ochenta, es hoy en Japón una práctica habitual. La Sociedad de Terapia Forestal de Japón implantó un sistema de certificación en 2008 y agrupa actualmente más de 1.700 guías. En la línea del movimiento por el bienestar, la costumbre se ha popularizado; en Estados Unidos ya hay guías titulados que dirigen paseos por el bosque, desde el Parque Nacional de Acadia, en Maine (en la foto), al Arboreto y Jardín Botánico del Condado de Los Ángeles.
Aunque los baños de bosque se han puesto de moda en los últimos tiempos, son muchas las culturas que han visto en la naturaleza un bálsamo para la mente, el cuerpo y el alma. Es la idea que subyace en el concepto noruego de friluftsliv, «vida al aire libre», y que se integra en la noción alemana de Waldeinsamkeit, esa sensación de soledad que se percibe al recorrer un bosque sin compañía. Y explica que tantos jóvenes suizos se salten la misa y pongan rumbo a la montaña los domingos. En campo abierto, los árboles ponen el amén.
Este artículo pertenece al número de Marzo de 2020 de la revista National Geographic.