Álvarlo Laiz se encontraba en el extremo más septentrional de Siberia, en el círculo polar ártico, documentando la vida de los chukchi, un pueblo de cazadores que desciende de los primeros humanos que hace unos 20.000 años cruzaron el Estrecho de Bering para poblar el continente americano. Solía acompañar a uno de ellos en su rutina diaria, pero aquella jornada fue distinta. La espesa niebla del lugar encapsulaba completamente la moto de nieve en la que viajaban, imposibilitando la visibilidad a media distancia.
Álvaro Laiz
La densa nieve impedía a los expedicionarios ver a la osa polar, que atacó la moto de nieve en un acto por proteger a las crías.
"De repente apareció una gigantesca osa polar con la cabeza teñida de sangre de morsa. En aquel momento nos dimos cuenta de que se nos acababa el camino, con lo que tuvimos que dar media vuelta y situarnos frente a frente con aquella enorme criatura", recuerda Laiz, quien puntualiza que no tenían escapatoria, pues se encontraban justo a mitad de camino entre aquel majestuoso ejemplar y sus crías. "Recuerdo perfectamente cómo le asestó un zarpazo al trineo atado a la moto de nieve y nos hizo tambalearnos; en un momento dado nos cruzamos la mirada. Fue un instante fugaz, pero que quedó perfectamente grabado en mi mente. Entendí que habíamos estado demasiado cerca", concluye.