Enero 2020
Robots para los ancianos
Los avances tecnológicos de los últimos años están favoreciendo la aparición de robots capaces de interaccionar con los humanos siguiendo reglas y comportamientos sociales, tal y como explica el artículo de National Geographic. El desarrollo de sistemas mecatrónicos con alta capacidad gestual, sistemas de reconocimiento de voz, agentes conversacionales y sistemas perceptivos basados en aprendizaje profundo hacen que cada vez estemos más cerca de relacionarnos con las máquinas de forma similar a como lo hacemos con otras personas. No obstante, los robots sociales aún tienen limitaciones, principalmente carencias perceptivas y cognitivas. Además, mientras que cualquier otro tipo de robot puede desarrollarse y validarse en el laboratorio, los robots sociales deben hacerlo en un entorno con humanos. La solución requiere la experimentación intensiva en entornos controlados, acotando inicialmente la funcionalidad para luego ir ampliando progresivamente el campo de aplicación.
Una de sus funcionalidades más deseables es que contribuyan a combatir la soledad de los mayores y les ayuden a mantenerse activos física y mentalmente, lo que plantea el problema añadido de que a las limitaciones perceptivas y cognitivas del propio robot se unen las de la propia persona, dificultando la comunicación. Sin embargo, las personas mayores también presentan ventajas: disponen de más tiempo, son más pacientes y agradecen enormemente que se les preste atención. La pérdida habitual de memoria favorece la realización de actividades repetitivas manteniendo el sentimiento de novedad. Por otra parte, las deficiencias de comunicación verbal entre el robot y el humano pueden paliarse mediante comunicación afectiva, de la misma forma que podemos establecer lazos afectivos con nuestras mascotas.
Es muy importante que seamos capaces de diseñar robots que generen ilusión de vida y proyecten expresiones emocionales. También es preciso incorporar mecanismos de aprendizaje en el robot y en el propio usuario que faciliten la interacción a lo largo del tiempo. El futuro de una población cada vez más envejecida hace de los robots sociales no solo una oportunidad, sino también una necesidad como elemento de ayuda para el cuidado de las personas mayores. Lejos de restringir la interacción con otros individuos, estos robots acercarán la tecnología a los mayores y favorecerán su socialización y su comunicación con otras personas de su entorno e incluso de más allá del propio hogar.
Eduardo Zalama Casanova
Catedrático de Ingeniería de Sistemas y Automática, Universidad de Valladolid
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Febrero 2020
Ingenieros y arquitectos de la naturaleza
Un comentario sobre este magnífico artículo. Por desgracia, actualmente la gran mayoría de los chopos que crecen en plantaciones y bosques de ribera pertenecen a la variedad híbrida canadiensis, y por ser híbridos, son estériles. Las alfombras de «nieve» que provocan todas las primaveras no contienen semillas, como puede observarse tras una inspección minuciosa.
Josep Armengol
Enviado por e-mail
Respuesta de la redacción: Los álamos (o chopos) negros de Canadá, muy usados en los cultivos madereros, son efectivamente un híbrido entre el chopo común y el americano. Tal y como dice nuestro lector, estos híbridos son estériles y no producen semillas. Pero no es la única especie de chopo presente en nuestro territorio. El álamo blanco abunda en la península Ibérica, en especial en los ecosistemas de ribera, y su borra sí está cargada de semillas. Es la que recolecta el pájaro moscón, uno de los protagonistas de nuestro artículo de febrero, porque resulta una materia prima mucho más consistente para fabricar sus nidos.
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Este artículo pertenece al número de Mayo de 2020 de la revista National Geographic.