Flores, plumas, cáñamo, conchas, cuentas, incluso pedazos de papel de plata y cera: son algunos de los materiales que incorpora la artista Dominika Dyka a sus modernas versiones del vinok –o guirnalda– tradicional.

Utilizadas durante siglos por niñas y jóvenes de los países eslavos, a las guirnaldas se les atribuyen orígenes paganos. Son accesorios habituales en las bodas y en la noche de Iván Kupala, cuando las mujeres depositan estas prendas en el río para adivinar su futuro amoroso. ¿Sellará su destino la corriente… o se mojará un hombre para rescatarla?

Las guirnaldas están adquiriendo una nueva visibilidad gracias a artistas, músicos y escenógrafos. «Te sientes como una reina cuando llevas una de estas coronas», dice la música Daga Gregorowicz. El público coincide: «En los festivales ingleses te pones unas botas de agua, pero aquí los hípsters llevan corona».

Las versiones de Dyka, confeccionadas en su taller de la ciudad ucraniana de Lviv, se inspiran en imágenes de archivo de los museos y en fotos familiares cedidas por particulares. Su objetivo es convertir la artesanía tradicional en símbolo de orgullo nacional. «Las artesanas de antes no tenían tantos materiales a su disposición –dice Dyka–, pero sí una imaginación prodigiosa».

Este artículo pertenece al número de Enero de 2021 de la revista National Geographic.

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