Visarute Angkatanavich siente fascinación por los peces desde que tiene uso de razón. A los siete años se aficionó a la fotografía, primero con una Kodak desechable y más tarde con la Nikon FM de su padre. Pero no combinó ambas pasiones hasta que tuvo hijos y empezó a pasar más tiempo en su casa de Bangkok.
Tras estudiar las características y los cuidados que deben recibir los peces luchadores de Siam, que también reciben el acertado nombre científico de Betta splendens, se hizo con varios ejemplares en una tienda de mascotas del Mercado de Chatuchak de su ciudad y empezó a fotografiarlos, experimentando con diferentes recipientes e iluminaciones. «No puedo pedir a los peces que actúen como si fueran personas», admite, así es que aprendió a engatusarlos para que adoptasen diversas posturas a base de manipular el tamaño y la forma de las peceras. Un acuario alto, por ejemplo, incita al luchador de Siam a zambullirse a lo grande. Angkatavanich, que lleva años fotografiando peces, tiene una idea bastante clara de qué esperar a continuación. Pero captar el momento mágico sigue teniendo su intríngulis. Hay que «pulsar el disparador y esperar que se produzca el milagro».
La inspiración está en todas partes, dice este fotógrafo tailandés. Él encontró la suya en una pecera.
Aunque comprende el atractivo de fotografiar animales en lugares remotos, como aves en la selva amazónica, él encuentra la inspiración en su propia casa, donde, si la luz es adecuada, los peces parecen «colores en movimiento» dentro del marco de un cuadro, dice. Y lo mejor de todo es que sus protagonistas pasan a ser de la familia.
Este artículo pertenece al número de Agosto de 2023 de la revista National Geographic.