Keneiloe Molopyane «Casi siempre me encontrarás bajo tierra –dice la arqueóloga y paleoantropóloga sudafricana Keneiloe Molopyane –, excavando fósiles que cuentan la historia de la evolución humana». Investigadora principal de la cueva Gladysvale, importante yacimiento sudafricano donde se hallaron restos de homininos primitivos , todavía se emociona al recordar el día en que encontró un fragmento de cráneo y, al siguiente, un segundo y un tercero, hasta formar un cráneo casi completo. Gibbs Kuguru El investigador y conservacionista keniano Gibbs Kuguru estudia el ADN de los tiburones para conocer cómo el ser humano ha afectado a su biología. Cuando tenía entre 20 y 25 años convivió a diario con crías de tiburón en el agua, algo que «aún me parece surrealista», dice. Ahora se le puede encontrar en jaulas antitiburones, su «oficina de campo», recogiendo muestras de tejido de tiburón blanco o trabajando en el robot que construye para investigar mejor a los escualos en libertad. Victoria Herrmann De sus abuelos, supervivientes del Holocausto, Victoria Herrmann aprendió que el patrimonio cultural proporciona resiliencia para superar las amenazas existenciales. Hoy esta geógrafa estadounidense aplica esa lección al cambio climático. Su proyecto, Preserving Legacies, ayuda a líderes locales de todo el mundo a comprender y gestionar los impactos del clima sobre sus espacios y prácticas culturales. «El cambio climático es una historia sobre la posibilidad de perder justo lo que conforma nuestra identidad», dice. «A mi equipo y a mí nos pilló una inundación repentina en Petra [Jordania]. Intentamos salir en coche, pero había demasiada agua y tuvimos que dar media vuelta. Petra y la vecina Wadi Musa están registrando más días de lluvia y más riadas a medida que el cambio climático altera las precipitaciones de la región. Estas crecidas, cada vez más comunes, bloquean el acceso a Petra […] y erosionan sus irreemplazables fachadas». — Victoria Herrmann Sophia Kianni Cuando iba al instituto en Estados Unidos, Sophia Kianni descubrió que sus parientes iraníes no habían oído hablar del cambio climático. Horrorizada, empezó a enviarles artículos científicos que ella misma traducía al farsi. Aquel proyecto familiar devino en Climate Cardinals, una ONG con 9.000 voluntarios de 41 países que han traducido información sobre el clima a unos cien idiomas. Kianni, hoy estudiante de Stanford, tiene un objetivo: que «todo el mundo, en todas partes, tenga acceso a una educación climática adecuada». Samuel Ramsey De niño, Samuel Ramsey tenía pánico a los bichos, sobre todo a las abejas. Hoy las abejas son su misión. Este entomólogo estadounidense pretende detener lo que él denomina «la próxima pandemia de polinizadores» a base de documentar las enfermedades y las relaciones simbióticas de las abejas de Asia, donde hay una mayor diversidad de estos insectos. Su trabajo le ha llevado a vivir momentos inolvidables, como una tarde en Thailandia en que se quedó inmóvil bajo un árbol del que pendían más de 60 colonias de Apis dorsata , entregado al «hipnótico zumbido de las abejas gigantes». «Al caer la noche vi que decenas de hombres trepaban a aquel inmenso árbol empuñando manojos de hierbas encendidas. Sin más protección que aquellos ahumadores improvisados, calmaron a las abejas y cortaron un trocito de panal […]. Parecían gigantescas luciérnagas anaranjadas que se movían con parsimonia entre los árboles». —samuel Ramsey Gab Mejia A los 13 años, Gab Mejia fracasó en su intento de coronar junto a su padre el Kinabalu, el pico más alto de Malasia, pero salió de allí con una «pasión inquebrantable por la naturaleza». Hoy es un fotógrafo de conservación cuya especialidad son la naturaleza y los pueblos indígenas de su Filipinas natal. Hace poco, en las montañas de Bukidnon, un chamán indígena, o babaylan , lo bautizó en una ceremonia de reafirmación del camino que eligió hace ya mucho tiempo en esa montaña. Álvaro Laiz El fotógrafo y artista español Álvaro Laiz quiere conectar la cultura tradicional y la ciencia por medio del arte. Para su proyecto The Edge –una exploración de la historia de los primeros humanos que descubrieron América hace unos 20.000 años–, viajó al lugar que los chukchi de la Rusia ártica llaman kromka , donde el hielo, la tierra y el mar se unen. En una cacería con descendientes de aquellos primeros migrantes aprendió a observar el inhóspito entorno como ellos lo hacen: «estando presente y escuchando». «La mamá osa cargó contra nosotros y golpeó el trineo con su gigantesca zarpa. Aquella situación duró apenas unos segundos, pero mientras hacía fotos con las dos cámaras y me agarraba desesperadamente a una moto de nieve que no paraba de tambalearse, hubo un instante en que la osa polar y yo cruzamos nuestras miradas. Distinguí el blanco de sus ojos y pensé: Uf, estamos demasiado cerca». —Álvaro Laiz Imogen Napper La científica marina Imogen Napper se autodefine como una detective del plástico. En el marco de su trabajo de investigación de la contaminación, su equipo descubrió microplásticos cerca de la cima del Everest, la mayor altitud a la que se han encontrado, un hallazgo que condujo a varios países a prohibir las microperlas de los exfoliantes faciales. Hoy esta científica británica utiliza los conocimientos adquiridos en su estudio de los océanos para investigar la sorprendente cantidad de residuos que flotan en la órbita terrestre. Koketso Mookodi La conservacionista botsuana Koketso Mookodi lleva docentes a lo que ella llama «expediciones al jardín de nuestra casa», solo que el jardín de su casa es el delta del Okavango, un inmenso humedal rebosante de fauna. Su objetivo es inspirar a la próxima generación de científicos y conservacionistas de esta región crucial, y para ello necesita reclutar a quienes los educan. Muchos maestros viven en zonas urbanas y desconocen la fauniflora y la cultura indígena local. «Nunca me cansaré de ver sus reacciones –dice–. Se percibe cuánto lo aprecian». Ruthmery Pillco Huarcaya Ruthmery Pillco Huarcaya , bióloga del altiplano andino de Perú, pasa su tiempo en lo que ella denomina los «mágicos» bosques nubosos, investigando y protegiendo al oso de anteojos. En su primera expedición por la selva para colocar cámaras trampa, ella y su equipo (incluido Ukuku , su perro de investigación adiestrado) se vieron sorprendidos por unas condiciones meteorológicas extremas. Tuvieron que beber agua del musgo de los árboles durante una grave sequía y luego quemar ropa para hacer fuego durante un diluvio. «No encontrábamos agua [en el bosque nuboso]; los arroyos estaban secos […]. Desesperado, uno de los guías locales tuvo la idea de exprimir agua de las barbas de los árboles (“musgos”) y recoger la acumulada en las bromelias […]. Durante cuatro días seguimos avanzando con esta técnica de supervivencia hasta que llegamos a los 1.900 metros y empezó a llover sin parar». —Ruthmery Pillco Huarcaya Este artículo pertenece al número de Julio de 2023 de la revista National Geographic.