Paul Salopek está a punto de completar la primera mitad de la caminata más inverosímil que uno pueda imaginar: 39.000 kilómetros por el mundo, reproduciendo el viaje de nuestros antepasados remotos desde África hasta el confín de América del Sur. Lleva así nueve años, tratando de averiguar qué podemos aprender sobre nuestro mundo acelerado si lo experimentamos paso a paso.
«Mi objetivo siempre ha sido simple: desacelerar mi vida, ralentizar el pensamiento, el trabajo, las horas –explica en este número el dos veces ganador del Premio Pulitzer–. Por desgracia, el mundo tenía otros planes. Crisis climáticas apocalípticas. Extinciones generalizadas. Migraciones humanas forzosas. Revueltas populistas. Un coronavirus letal». Y a principios de este año, además de todo lo anterior, llegó a Myanmar… justo a tiempo para vivir un golpe de Estado.
National Geographic Society ha sido desde el principio la patrocinadora principal de lo que Paul llamó Caminata Más Allá del Edén. El artículo de este número es el décimo que firma Paul en la revista desde el inicio de su andadura, a lo que se suman los centenares de actualizaciones para NationalGeographic.com.
Paul ha escrito una y otra vez sobre las almenas y fortalezas que deja atrás, vestigios de guerras pretéritas. Quizá pudiesen cortar el paso a los enemigos, señala, pero también albergaban entre sus muros «la intolerancia, las purgas antirracionales y, al final, el estancamiento».
Describe escenas cotidianas con un grado de detalle conmovedor. En un bar de carretera de Djibouti donde unos somalíes le ofrecieron té rojo, «sin duda yo era el caminante más privilegiado en 1.500 kilómetros a la redonda –dice–. Pero aquellos hombres, que habían dejado en el desierto a camaradas muertos por deshidratación, me servían azúcar a cucharadas como si el famélico fuese yo».
Y escribe sobre refugiados: refugiados por doquier, de todas las nacionalidades, un ejército de desplazados. En Jordania habla con familias recolectoras de tomates, unos tomates que comparten con él. A cada paso se topa con sirios; nada extraño, dado que unos 6,6 millones de ellos han huido de un país devastado por la guerra.
Vi un atisbo breve pero indeleble de la crisis de los refugiados cuando compartí unos días de caminata con Paul en 2014. En Şanlıurfa, en el sur de Turquía, unos sirios angustiados nos contaron cuánto añoraban su patria y cuán seguros estaban de que jamás la volverían a ver.
A menudo en compañía de nuestro extraordinario fotógrafo John Stanmeyer, Paul Salopek está documentando el planeta como ningún otro periodista lo ha hecho nunca. Nos enorgullece publicar su trabajo y compartir sus reflexiones sobre cómo podemos orientarnos en este turbulento siglo que vivimos.
Gracias por leer National Geographic.
Este artículo pertenece al número de Noviembre de 2021 de la revista National Geographic.