Cuando el año pasado comenzamos a trabajar en el número de junio de la Geographic, no teníamos la menor idea de que se publicaría en plena pandemia mundial, ni de que las personas sobre las que estábamos escribiendo figurarían entre las más vulnerables a la COVID-19.
Esta terrible coincidencia ha hecho que «Las últimas voces de la Segunda Guerra Mundial» sea un relato todavía más conmovedor e importante. Esta cobertura especial, el foco de nuestro reportaje de portada, es la crónica de las experiencias de los hombres y las mujeres que vieron con sus propios ojos el conflicto más sangriento de la historia.
Esta primavera y este verano se cumplen 75 años desde que terminaron, respectivamente, los combates en los dos teatros de operaciones de la guerra: el de Europa y el del Pacífico. Más de 66 millones de soldados y civiles (sobre todo civiles) perdieron la vida en la conflagración.
Por mucho tiempo que haya pasado, al margen de bandos y banderas, las cicatrices de la guerra siguen siendo indelebles. Todas las personas con las que hablamos dan fe de sus horrores.
La mayoría de las personas que participaron en ella superan hoy los 90 años de edad. Cada día que pasa son menos los testigos que quedan entre nosotros para contarnos lo que vieron y oyeron.
En National Geographic llevamos relatando la historia del viaje humano desde 1888, año en que nuestra revista creó su marchamo único de periodismo mundial, factual y científico. Ahora que esta generación pasa a la historia, consideramos que era importante poner el foco en las vicisitudes de aquellos y aquellas valientes para aprender de sus experiencias. Ahora, cuando el nuevo coronavirus se ceba con saña entre los más mayores y vulnerables, la tarea se antoja todavía más urgente: hemos de oír sus voces antes de que enmudezcan para siempre.
Para ir más allá de la perspectiva estadounidense, más allá de la de los aliados, enviamos a nuestros autores y a nuestro fotógrafo a recorrer el mundo: de Alemania a Japón, de Rusia a Gran Bretaña, y de lado a lado de Estados Unidos. Lo que descubrimos tal vez no sea ninguna sorpresa: por mucho tiempo que haya pasado, al margen de bandos y banderas, las cicatrices de la guerra siguen siendo indelebles. Todas las personas con las que hablamos dan fe de sus horrores.
Son voces rusas, alemanas, británicas, japonesas. Es importante que oigamos su relato, narraciones en primera persona que son hoy más importantes que nunca. Setenta y cinco años después, en un mo-mento en el que hay quien niega que ciertos acontecimientos ocurriesen de verdad, estos supervivientes tienen importantes lecciones que darnos.
Compartir estas historias nos ofrece a todos una nueva oportunidad de agradecer a los hombres y las mujeres de la Generación Grandiosa los servicios y sacrificios de su juventud.
Gracias por leer National Geographic.
Este artículo pertenece al número de Junio de 2020 de la revista National Geographic.