El año pasado arrancamos con una edición especial en la que los fotógrafos de National Geographic hablaban de las imágenes que habían marcado aquel 2020 convulso y azotado por una pandemia. El año que acabamos de dejar atrás hemos seguido enfrentándonos a importantes retos. Con algunos de ellos convivimos desde hace tiempo, como la emergencia climática y las guerras. Otros son nuevos, como la crisis energética mundial y la falta de suministros. En el otro lado de la balanza, las campañas de vacunación comenzaban a contener el virus y a levantar los ánimos de la población. Ese atisbo de optimismo está reflejado en muchas de las fotografías de estas páginas, que representan un año lleno de vaivenes y que presentamos en cuatro capítulos: COVID, clima, conflicto y conservación.
Pero si en España hay una imagen que permanecerá grabada en nuestra retina, es la de la erupción de Cumbre Vieja, a la que dedicamos nuestro artículo de portada. El impredecible y sorprendente volcán de La Palma ha trascendido fronteras, cada día nos ha enseñado algo nuevo y ha convertido la Isla Bonita en un laboratorio vivo para la ciencia. Nos ha mostrado la increíble belleza de la naturaleza y también su devastadora capacidad de destrucción, y nos ha dejado imágenes hipnóticas que nos fascinan y conmueven por igual.
Arturo Rodríguez, autor de la foto de portada, lleva sin quitar la vista del volcán desde el primer día. «El contacto con el IGME, una cámara especial con un gran rango dinámico, la perseverancia y una pizca de suerte son los ingredientes de esta imagen». Estaba a unos 600 metros de la boca principal. Era tarde y el cielo comenzó a fundirse en un azul profundo. De la boca más cercana empezó a brotar una enorme fuente de magma, y los dos miembros de la UME encargados de recoger muestras de lava líquida corrieron a enfundarse «esos trajes surrealistas», recuerda Arturo. La escena era casi perfecta, miró por el visor y, de pronto, el viento desplazó una nube de cenizas, que dejó entrever una luna brillante, espectacular. «Coloqué la cámara en posición vertical y empecé a disparar. Supe que era el momento de obtener una imagen capaz de transmitir la magia de lo que estaba viviendo».
Por su parte, Emma Lira, autora del reportaje, ha viajado tres veces a La Palma para seguir de cerca la evolución del volcán. La primera apenas a una semana de iniciarse la erupción; la última cuando, tras 85 días de actividad, esta se convertía en la más larga de las erupciones históricas de la isla. «Lo más fascinante del volcán es verlo cambiar ante tus ojos, crecer, derrumbarse, modelar el paisaje a su alrededor –relata–. Nunca hasta ahora había sentido la Tierra como algo tan vivo».
Este artículo pertenece al número de Enero de 2022 de la revista National Geographic.