En los años sesenta y setenta se vendieron en las tiendas de Australia tortuguitas recién nacidas llamadas popularmente «tortugas de penique» o «tortugas para mascota». Durante años, el herpetólogo australiano John Cann se preguntó a qué especie pertenecían, hasta que un buen día vio a una en el único hábitat que le es nativo, el río Mary de Queensland. Fue el primero de una larga serie de descubrimientos interesantes sobre Elusor macrurus, el galápago del río Mary, que figura como especie amenazada en las listas de la UICN y otros colectivos conservacionistas.

Es uno de los galápagos de agua dulce más grandes de Australia, con hasta ocho kilos de peso y un caparazón que puede superar los 40 centímetros. Se cree que se escindió de otras especies hace alrededor de 40 millones de años y se la considera la única especie de su género. Alcanza los 100 años de vida y no se reproduce hasta los 20. Y cuando lo hace, el macho despliega una parte de una cola multifuncional que también usa para evacuar… y para respirar. Gracias a las estructuras similares a las branquias que tiene esa cola, la tortuga puede pasar sumergida dos días y medio.

«El dato de que respiran por donde excretan llama mucho la atención», dice la conservacionista Marilyn Connell. Como directora de un proyecto de conservación del galápago del río Mary en Queensland, su primera preocupación es preservar la especie, cuya población se ve envejecida por la depredación de huevos y crías. En la temporada de cría (de octubre a diciembre), los miembros del proyecto recorren el río para proteger los nidos, y permitir que la tortuga «siga haciendo lo que le dictan millones de años de evolución».

Galápago del río Mary, cuya mata de algas a modo de cabellera es el resultado de pasar largas horas debajo del agua.
Foto: Chris Van Wyk

Ni hablar del peluquín

Cuando en 2006 las autoridades de Queensland anunciaron su plan de construir una presa en el río Mary, Chris van Wyk se opuso, convencido de que dañaría el hábitat de la fauniflora y destruiría unas zonas prístinas para la práctica del esnórquel. Para concienciar a la población, este fotógrafo aficionado tomó fotos de los animales en peligro, entre ellos el galápago del río Mary, cuya mata de algas a modo de cabellera es el resultado de pasar largas horas debajo del agua. Las fotos de la «tortuga punki» (arriba) se hicieron virales y aún hoy siguen apareciendo en internet. También avivaron la oposición al proyecto de la presa, abortado en 2009. Es la prueba, dice Van Wyk, de que «la fotografía puede cambiar el mundo».

Este artículo pertenece al número de Septiembre de 2020 de la revista National Geographic.

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