Los impactantes paisajes volcánicos de Islandia atraen cada vez a más visitantes, pero el aislamiento de las tierras altas las mantiene fuera de los circuitos habituales. Accesible solo en verano, a esa zona solo se llega en todoterreno por pistas sin asfaltar que cruzan arroyos de deshielo. Una vez allí, uno puede recorrer los 55 kilómetros de la ruta de Laugavegur, que discurre por montes de riolita de intensas tonalidades, pasar bajo el glaciar Langjökull por túneles de hielo y darse un baño en las aguas termales de Hveravellir.
EN BUSCA DE LA FOTO
Cuando se materializaron el pico verde y dorado del volcán Mælifell y la blanca extensión del glaciar Mýrdalsjökull, el fotógrafo Matthew Borowick se asomó desde su pequeña avioneta. «Sacas la cámara y rezas para que no se te caiga», dice. La fotografía aérea le ahorró tener que circular por los accidentados caminos de las tierras altas, pero la naturaleza tiene siempre la última palabra: ante las tormentas, el piloto Haraldur Diego bromeaba, diciendo que algo había enfurecido a Thor, dios de las tempestades.
HISTORIA ORIGINAL
Prueba del incandescente nacimiento de Islandia desde la dorsal Medioatlántica, las tierras altas abarcan campos de lava, arenas negras, crestas rocosas y calderas. De vez en cuando todavía se producen erupciones explosivas, como cuando en 2010 el volcán Eyjafjallajökull arrojó una columna de cenizas de varios kilómetros de altura. En esta tierra de volcanes y glaciares, algunas sagas islandesas hablan de otro fenómeno: los trolls que bajan de las cuevas de las montañas
al amparo de la noche.
EN CIFRAS:
- 0 residentes permanentes.
- 750 metros de espesor máximo del glaciar Mýrdalsjökull.
- 40.000 kilómetros cuadrados de superficie.
Este artículo pertenece al número de Julio de 2023 de la revista National Geographic.