Allí donde florecen las malvas del desierto en el oeste de Estados Unidos, es habitual encontrarse con una especie de abeja que recibe de esta planta tanto su nombre como su alimento. Los fotógrafos de naturaleza Joe y Niccole Neely estaban caminando por un campo de Arizona cuando fueron testigos del otro uso que estos insectos dan a las flores de la malva: son sus camas.

La abeja de la malva del desierto no construye colmenas; las hembras duermen en nidos terreros y los machos, en las plantas. Empezaba a anochecer y los Neely vieron cómo iban entrando en las flores, uno tras otro. «Se metían y se tumbaban», dice Joe. Cuando llegó otra abeja y se encontró todas las flores ocupadas, resolvió el apuro convirtiendo una cama simple en doble.

Este artículo pertenece al número de Diciembre de 2021 de la revista National Geographic.