Busca bajo el agua para que podamos sobrevivir a futuras emergencias

Cuando estaba en primaria, Beverly Goodman hizo una serie de presentaciones sobre su tema favorito: las catástrofes. Habló a sus compañeros de clase de la erupción que devastó Pompeya, de la peste negra y de naufragios famosos como el del Titanic y el Lusitania. Hoy Goodman tiene 45 años y es una geoarqueóloga marina que excava litorales en busca de vestigios de erosiones, tsunamis y otros desastres. «Es gracioso, pero me doy cuenta de que me he hecho "catastrofóloga"», dice.

Los asentamientos humanos siempre se han construido en torno a los accesos al agua. Goodman estudia de qué modo afectó el cambio de los litorales a nuestros antepasados: ¿se vieron obligados a partir? ¿Dieron con modos innovadores de adaptarse a los cambios? Las respuestas a estas preguntas, explica, pueden ayudarnos a «prepararnos con responsabilidad para lo que va a ser este paisaje en el futuro». De hecho, ya ha ocurrido: Goodman y su equipo de científicos demostraron que la costa del actual Israel fue embestida por varios tsunamis a lo largo de miles de años; en 2014, y en parte como resultado de esa investigación, el país desarrolló su primer plan de contingencia en caso de tsunami.

Los humanos estamos alterando el litoral en mayor grado que nunca, advierte Goodman. Para descubrir los efectos que tendrán nuestras acciones, «debemos trabajar más rápido e incorporar a más personas en esta labor». Cree que las pistas que llevan milenios sepultadas bajo las aguas pueden salvar vidas, sobre todo en aquellos lugares en los que no existen registros escritos.

Este artículo pertenece al número de Septiembre de 2020 de la revista National Geographic.