En lo relativo a sus artes amatorias, esta cubomedusa cuyo nombre científico es Copula sivickisi (aún no tiene nombre vulgar) no es igual a las demás especies de esta clase de cnidarios. En general, nada formando grandes bancos y, para reproducirse, los machos liberan esperma por un orificio multiuso –que es a la vez la boca, el ano y el canal reproductivo–, generando una gran nube en la cual las hembras o bien recogen la «siembra» en unas bolsas llenas de óvulos que tienen cerca de su orificio análogo o bien la ingieren para que los espermato­zoides realicen la fecundación interna de sus óvulos.

Sin embargo, en 2005, los investigadores Cheryl Lewis Ames, de la Universidad de Tohoku (Japón), y Tristan A. F. Long, de la Universidad Wilfrid Laurier (Canadá), publicaron un artículo científico en el que constataban que ambos partenaires realizan un baile de cortejo antes de proceder a reproducirse, algo muy inusual entre las medusas. El macho agarra a la hembra con sus tentáculos y tira de ella, desplazándola de aquí para allá para acabar acercándosela. En ese momento libera un paquete de esperma, el espermatóforo, que la hembra recoge con un tentáculo para guardárselo en una especie de bolsillo.

«Recientemente hemos descubierto que las hembras tienen unas estructuras especiales de almacenamiento de esperma y unos sacos en el estómago donde guardan los nematocistos (o células urticantes), que serán agregados al embrión», explica Lewis. Se estima que, tras su etapa como pólipos, la vida de estas medusas dura lo que dura la época de reproducción, de marzo a septiembre en las zonas tropicales y subtropicales. Una temporada relativamente breve en la que se multiplicarán a lo grande. Los machos irán repartiendo espermatóforos a diestro y siniestro hasta acabar sus existencias, y ellas harán acopio de gametos masculinos hasta que no les quede espacio para más, y los usarán para fecundar sus huevos.

Este artículo pertenece al número 472 de la revista National Geographic.