según la mitología escandinava, el Kraken –voz noruega que significa «monstruo»– es una criatura enorme con múltiples extremidades que emerge de las profundidades marinas para destrozar embarcaciones y engullir a su tripulación. A lo largo de la historia, muchos marineros han jurado verlo, aunque seguramente confundieron semejante bestia con un misterioso animal; ¡el calamar gigante!

En el siglo XVIII las fronteras entre la fantasía y la realidad todavía estaban tan difuminadas que el Kraken aparecía en obras de la literatura científica. Por ejemplo, está incluido entre los cefalópodos del género Microcosmus en la primera edición de Systema naturæ, la emblemática obra del padre de la taxonomía Carlos Linneo que se publicó en 1735, o en La Historia Natural de Noruega, de 1755, donde el autor Erik Pontoppidan lo describe como un animal de unos 2,5 metros de largo que cuando se sumerge provoca un remolino tan poderoso que arrastra al fondo del mar todo lo que encuentra a su paso.

Un siglo después el Kraken fue finalmente clasificado por Japetus Steenstrup, un naturalista danés que, tras examinar varios picos de cefalópodos hallados en diferentes partes del mundo, concluyó que era una especie de calamar gigante a la que denominó Architeuthis dux.

Estos animales son tan elusivos que hasta hace poco los científicos solamente han podido estudiarlos a través de los cadáveres varados en las costas o las partes indigeribles halladas en los estómagos de los cachalotes, su principal depredador. Gracias a estos restos, han determinado que pueden llegar a medir 13 metros, el tamaño de un autobús; que sus ojos, de 27 centímetros de diámetro, son los más grandes del mundo animal, lo que les permite ver en la oscuridad batial; o que sus brazos disponen de unas ventosas forradas de dientes córneos que resultan idóneos tanto para atrapar presas como para protegerse de los depredadores (de hecho, a menudo los cachalotes presentan cicatrices circulares provocadas por sus múltiples succiones).

El comportamiento de los calamares gigantes era un completo misterio hasta que en 2012 un grupo de científicos del Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Japón filmó por primera vez un ejemplar en su hábitat natural a una profundidad de unos 900 metros en el archipiélago de Ogasawara. Para ello inventaron un sistema apodado Medusa, formado por una cámara y un dispositivo electrónico que imita la bioluminiscencia que producen las medusas bajo el ataque de un depredador. Esta luz atrajo a un calamar gigante que se abalanzó sobre Medusa revelando a la cámara que ciertamente son cazadores activos.

Aunque poco a poco se van descubriendo algunos de los secretos del calamar gigante, aún queda mucho para desenmascarar al animal que se oculta detrás del Kraken, mientras la leyenda sigue viva…

Este artículo pertenece al número de Marzo de 2020 de la revista National Geographic.

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