Rodeado de un paisaje subtropical costero, cercano a un delta fluvial, vivió hace 125 millones de años Vallibonavenatrix cani, un dinosaurio carnívoro de entre unos 8 o 9 metros, que perteneció al grupo de los espinosáuridos. Así lo han constatado científicos del Instituto Dom Luiz de Lisboa, en Portugal, la Universidad Nacional de Educación a Distancia -UNED- y de la Universidad Autónoma de Madrid -UAM- que han estudiado los restos de su esqueleto descubiertos en el yacimiento de Formación Arcillas de Morella en la localidad de Santa Águeda, en Vallibona, Castellón.
Vallibonavenatrix es el primer y único representante descrito de la familia de los espinosáuridos en la península ibérica
“En el Cretácico Inferior hubo dos terópodos grandes en la Península: Concavenator hallado en Las Hoyas, en Cuenca, y el espinosáurido que aparece en la mayoría de los yacimientos de este periodo, pero difícilmente identificable hasta ahora por el escaso material”, declara a Sinc Francisco Ortega, paleontólogo del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y coautor del estudio que se publica en la revista especializada Cretaceous Research. Vallibonavenatrix es, por tanto, el primer y único representante descrito de la familia de los espinosáuridos en la península ibérica.
Los fósiles que se conocen de este dinosaurio fueron hallados a principios de los años 90 por Juan Cano Forner, un aficionado a la paleontología de Sant Mateu,Castellón. En 1994 pasaron a forman parte de su colección museográfica, reconocida por la Generalitat Valenciana. De hecho, el nombre de esta nueva especie significa "la cazadora de Vallibona" y "cani" hace referencia al descubridor de los restos.
Desde su hallazgo, varias campañas se han afanado en buscar más huesos de este dinosaurio sin éxito. “Creíamos que íbamos a encontrar más restos, de hecho el año pasado hicimos dos excavaciones ex profeso para intentar cazar a este animal en los lugares en los que había referencias de que se encontraban restos de terópodos. Pero tuvimos poca suerte, estos depredadores son muy huidizos”, añade Ortega.
El esqueleto analizado incluye vértebras dorsales, sacras y caudales y elementos de la cintura pélvica del animal. Tradicionalmente los escasos fósiles de espinosáuridos conocidos en la península ibérica habían sido asignados al género Baryonyx del Cretácico Inferior. Sin embargo, siempre se ha considerado que el análisis de nuevos restos permitiría, tanto ajustar mejor su clasificación, como demostrar que la diversidad de espinosáuridos ibéricos podría ser más compleja.
Un espinosaúrido con parientes sureños
Los espinosáuridos se caracterizan por la peculiar forma de sus cráneo y dientes, que presentan ciertas semejanzas con los de los cocodrilos. Además, son muy reconocibles por el desarrollo de espinas neurales altas en algunas de sus vértebras, lo que conforma una especie de vela sobre el dorso de su espalda a la que deben su nombre.
Estos animales son relativamente escasos en la península Ibérica, pero cuentan con un registro abundante en el norte de África, América del Sur, Asia y, más cercanamente, en Inglaterra. “Lo que nos ha sorprendido es que este dinosaurio está más emparentado con los Spinosaurus, del norte de África o los Ichthyovenator hallados en Asia, ambos de la familia de los espinosaúridos que con otro terópodo europeo de la misma familia llamado Baryonyx”, apunta Ortega.
Una fotografía del Castellón del Cretácico
Vallibonavenatrix vivió en un hábitat que durante el Cretácico Inferior estaría situado muy al sur, cercano a la posición actual de las islas Canarias. El punto concreto de la Formación Arcillas de Morella estaría en la desembocadura de un río, muy próximo a la costa. El clima fue muy húmedo y cálido, con una cierta alternancia de estaciones y una época seca.
La fauna que acompañó al dinosaurio fue la típica de toda Europa, compuesta sobre todo por especies de herbívoros gregarios que pastarían en este lugar, como los ornitópodos iguanodóntidos. También convivió con dinosaurios acorazados del tipo de los anquilosaurios y existe registro de otros más pequeños, como lagartos o especies propias de la línea de mar; tortugas tropicales, cocodrilos, plesiosaurios y tiburones debido la proximidad a la costa.