Son auténticos superhéroes en miniatura. Los tardígrados, u osos de agua, son unos invertebrados diminutos (la especie más grande mide 1,2 milímetros) capaces de resistir las condiciones más extremas. Incluso se ha comprobado que pueden sobrevivir en el espacio exterior: temperaturas cercanas al cero absoluto, en el vacío, sin oxígeno y sometidos a radiaciones cósmicas.
Existen unas 700 especies de tardígrados (su nombre significa «de paso lento»), distribuidas tanto en tierra como en medios acuáticos de agua dulce o salada, y son un exitoso grupo de animales que sigue en pleno auge después de 600 millones de años de evolución.
Los tardígrados terrestres tienen además un superpoder: la criptobiosis. Cuando las condiciones ambientales son muy adversas, se deshidratan casi por completo (del 85 % de agua que contiene su cuerpo pasan a tener solo el 3 %) y alcanzan un estado vital que les permite sobrevivir varios años sin agua. Durante ese tiempo el viento los puede transportar de un sitio a otro, incrementando sus posibilidades de aterrizar en lugares más favorables. ¿A que no estaría mal «criptobiosizarse» de vez en cuando?