En 1992 Loreen Willenberg contrajo el VIH. Desde entonces, el sistema inmunitario de esta vecina de San Francisco, que hoy cuenta con 67 años de edad, ha mantenido el patógeno totalmente bajo control durante décadas sin necesidad de ningún tratamiento antirretroviral. Willenberg pertenece a lo que los científicos llaman ‘controladores de élite’, aquellas personas que cuentan con un sistema inmunitario capaz de suprimir el VIH sin medicación. La particularidad es que, en su caso, además parece haber eliminado completamente el patógeno de los reservorios virales, aquellos restos del virus que permanecen intactos, aunque inactivos, en el organismo. En otras palabras, la llamada 'paciente de San Francisco' parecía haberse deshecho completamente de todo rastro de VIH. El caso llamó la atención de Xu Yu, profesora asociada de Medicina del Instituto Ragon, perteneciente al Hospital General de Massachussets, el MIT y la Universidad de Harvard, quien investigó el caso en profundidad, y no encontró rastro alguno del virus tras analizar más de 1.500 millones de células del organismo de la paciente. Sus conclusiones fueron publicadas en 2020 en un artículo de la revista Nature. Era como si el virus hubiera desaparecido totalmente, sin dejar rastro y sin medicamento de por medio.
Un año después de aquel descubrimiento, la misma doctora siguió el caso de otro paciente muy parecido. Una mujer argentina de 31 años a la que se le encontró la presencia de VIH en 2013 y que únicamente había recibido terapia antirretroviral durante seis meses de embarazo para no transmitir la infección al bebé. Tras múltiples y sofisticadas pruebas en busca de evidencias genéticas del VIH en la sangre, los investigadores liderados por la doctora Xu Yu volvieron a no encontrar ni rastro del virus. Llamaron a esa paciente “Esperanza”, un nombre elegido por su lugar de procedencia, aunque, sin duda, con un alto valor simbólico. Se trataría del segundo caso de paciente curada, según las conclusiones del estudio, publicado recientemente en la revista Annals of Internal Medicine.
Una cura natural
“Desde un principio entendimos que Esperanza no era una controladora de élite más, y los estudios terminaron por confirmar nuestras sospechas. Se realizaron varias aproximaciones, pero tal vez la más importante es que del análisis de 1.500 millones de células, solo se encontraron 7 genomas virales, todos ellos defectuosos. Este hallazgo, a partir de esa cantidad masiva de células, es lo que nos permite encuadrar este caso como una posible cura natural de la infección”, explica la doctora Natalia Laufer, miembro del equipo que investigó el caso, a National Geographic a través del correo electrónico.
Células T asesinas
¿Qué tenían en común ambas pacientes?, unas células T asesinas que parecen mantener al virus inoperativo sin necesidad de medicación. Las células T CD8 citotóxicas, explica Laufer, son células de nuestro sistema inmune -esto es, linfocitos T- que se especializan en detectar células anormales del cuerpo (ya sea porque son tumorales o porque están infectadas) para tratar de eliminarlas de nuestro organismo por distintos mecanismos. En la mayoría de las personas que conviven con el VIH, estas células cumplen su función, aunque de una manera ineficiente, lo que explica que la infección persista. “En los casos de la paciente Esperanza y de San Francisco -explica- sus células T fueron muy eficientes y podrían haber eliminado todas las células que contenían virus entero”.
Las pacientes Esperanza y de San Francisco, pues, parecen haber alcanzado la cura esterilizarte de manera natural, sin intervención terapéutica. Esto las diferencia, explica la doctora Laufer, de otros casos conocidos, como son el paciente de Berlín y el paciente de Boston que alcanzaron el mismo efecto después de haber sido trasplantadas de médula ósea.
A pesar de los resultados, es pronto para investigar a ciencia cierta si la paciente está totalmente liberada del VIH, aunque todo parece indicar en esta dirección. Sea como fuere, el descubrimiento es esperanzador, pues abre las puertas a nuevos tratamientos.
Desde que se identificaron los primeros controladores de élite entre en África en la década de 1990, los científicos han estado estudiando sus sistemas inmunitarios, observando todo tipo de indicadores, desde los anticuerpos que produce el organismo hasta la red del sistema inmunitario. Por ello, según los autores del estudio, es posible que los cócteles de fármacos produzcan una respuesta inmunitaria más débil que la generada por estos dos pacientes. En otras palabras, el propio sistema inmunitario sería más eficiente que los tratamientos antirretrovirales.
¿Más cerca de una vacuna contra el sida?
Más que una vacuna preventiva, el hallazgo “podría servir para el desarrollo de futuras vacunas terapéuticas, que podrían administrarse una vez la infección se ha establecido y tienen como fin modificar el curso de la misma”, afirma la doctora Laufer, quien argumenta que estos medicamentos podrían generar un control externo sin necesidad de administrar medicamentos antirretrovirales. Y, en el mejor de los casos, conseguir una cura esterilizarte. Un buen motivo para no perder la esperanza.