National Geographic: Han sido meses diferentes para todos, ¿cómo es la vida de un investigador durante esta pandemia?
Salvador Macip: Básicamente, la vida ahora es muy frustrante porque no podemos entrar en los laboratorios. Estamos trabajando para volver con cierta seguridad pero, como muchos dependen de universidades, los esfuerzos están centrados en la docencia y el cambio tecnológico. Ahora estamos pensando en volver a investigar. Desde mi punto de vista como jefe de grupo, mi trabajo no se ha visto demasiado afectado porque he descubierto que no hay mucha diferencia entre trabajar en casa o en el laboratorio. Tienes que revisar, redactar y comprobar, pero es cierto que en el laboratorio interactúas con la gente, todo va mejor, cara a cara todo es más productivo. Aprenderemos y podremos aprovechar esto de cara al futuro.
NG: Claro, pero no es lo mismo trabajar en casa que en el laboratorio, ¿verdad?
Salvador Macip: La mayoría de científicos que tienen experimentos en marcha están en casa y no pueden generar datos, por lo que hay que estar analizando los que ya teníamos. También va bien, porque nunca hay tiempo de analizar datos y ahora es el momento de repasar todo lo que se ha hecho en los últimos meses, escribir los artículos, analizar datos, preparar figuras… puedes hacerlo durante un tiempo, pero ahora la gente empieza a estar un poco harta de no poder hacer experimentos.
NG: Normal, aunque viene bien tener tiempo para reflexionar desde casa. ¿Nos hemos adaptado bien?
Salvador Macip: No ha sido un mal ejercicio el de parar un momento para analizar y reestructurar un poco, pero los humanos somos animales sociales y, del mismo modo que echas de menos tomar algo con los amigos, echas de menos la interacción social en el trabajo, el intercambio de ideas. De hecho, los nuevos centros de investigación que se han construido están ya pensados para que tengan áreas que te fuercen a hablar y relacionarte cuando hagas un descanso o vayas a comer, y ahora estamos echando de menos esto.
NG: Se habla de rebrotes y de cambios profundos en la sociedad post-pandemia. ¿Qué es lo que más te preocupa?
Salvador Macip: A largo plazo no me preocupa mucho el virus porque creo que lo vamos a superar. Es muy infeccioso pero es poco letal. Parece muy estable y es una gran ventaja porque nos permite hacer vacunas que permitirán una inmunidad duradera, lo que es muy positivo. La gripe cambia cada año y el VIH cambia todavía más, lo que dificulta la vacuna. Llevamos 40 años persiguiéndola y aún no la tenemos. En cambio, con este coronavirus es diferente, de cara a un futuro cercano creo que lo superaremos y puede ser que vuelva de manera estacional y nos tengamos que vacunar cada año o que nos vacunemos una vez en la vida y sea suficiente. A corto plazo, en los próximos meses, lo que más miedo me da es que la gente se está relajando mucho, vamos con la idea de que la pandemia se ha acabado, de que el virus está controlado y no hay peligro. Ni mucho menos. Ahora estamos viendo rebrotes en países que se han conseguido quitar el virus de encima y que, si no se controlan, pueden dar problemas.
Foto: Yolanda Porter
NG: Durante los últimos días han saltado las alarmas con el brote originado en el Mercado de Xinfadi, en Pekín. ¿Qué sabemos sobre él?
Salvador Macip: Hasta ahora, se han hecho estudios genéticos muy completos de los virus, se han analizado miles de muestras de diferentes partes del mundo y se ha hecho un mapa que muestra como el virus ha ido viajando por el mundo. Las mutaciones que ha adquirido el coronavirus son muy pocas y ninguna de ellas ha dado señales de empeorar el virus, ninguna ha afectado a su agresividad, por lo que es una muy buena noticia que da tranquilidad porque es un virus estable. En el caso de China, no creo que haya mutado ni haya vuelto de una forma más agresiva, sino que estamos viendo otra ronda del mismo virus. El problema es que da una respuesta muy heterogénea, hay casos asintomáticos y también hay mucha gente que ha fallecido, pero no creo que haya sufrido cambios.
NG: ¿Va a volver el virus en otoño?
Salvador Macip: Es peligroso pensar que la segunda oleada pueda ser en otoño porque, entonces, asumiríamos que en verano no va a pasar, nos relajaríamos aún más y no hay ninguna garantía. Un rebrote puede pasar en cualquier momento, es cierto que será menos posible en verano basándonos los mapas que hemos visto durante estos meses en los que los países más cálidos tenían menos casos porque el virus sobrevive peor en las superficies con temperaturas elevadas, con lo cual de cara a un verano con temperaturas altas en el sur de Europa, puede haber menos infecciones. No obstante, si esto no se acompaña de comportamientos responsables, anulas cualquier ventaja que te pueda dar la temperatura. Puede pasar incluso ahora mismo, es muy difícil de predecir. Es cierto que en otoño estaremos en una situación más peligrosa, pero no quiere decir necesariamente que el rebrote esté asegurado. Hay demasiados factores como para decir con certeza si va a haber un rebrote y cuando.
NG: Entonces, para que quede claro, el calor no mata al virus.
Salvador Macip: No.
NG: Ahora mismo, los esfuerzos de la investigación se vuelcan en encontrar una vacuna contra el virus. En condiciones normales, ¿cómo es el proceso de desarrollo de un fármaco de este tipo?
Salvador Macip: Normalmente, el desarrollo de una vacuna, yendo bien, puede tardar 5 o 6 años o incluso más. Depende mucho de la enfermedad, la de la malaria no la tenemos aún y la conocemos desde hace siglos literalmente. La del SIDA tampoco la tenemos aún, depende mucho del virus que cause la enfermedad. Siendo un virus estable como este, primero hay que hacer experimentos a nivel de células para ver qué tipo de respuesta da la vacuna en ellas. Si funciona en células, el siguiente paso es ensayar en animales y comprobar que funciona. Después, se utiliza en un grupo muy pequeño de humanos que se presentan voluntarios para ver la seguridad.
NG: Precisamente esos ensayos en voluntarios están teniendo lugar ahora, ¿cierto?
Salvador Macip: Así es, estamos con los primeros ensayos de la fase 1 en humanos y después se tiene que pasar a fase 2, que es un grupo mayor y, después, si todo va bien, se pasa a la fase 3 en la que el grupo sería aún mayor con personas de todas las edades y sexos. Si todo esto va bien es cuando se pasa a fabricar la vacuna. En todo este proceso normalmente se tardan años porque son procesos lentos, hay que asegurarse bien y dar tiempo para observar qué protección ofrece la vacuna y si es duradera. En las fases 2 y 3 se suele dar a población en riesgo y comprobar si se contagian o funciona, pero requiere meses.
NG: La ciencia se ha esforzado en recalcar que estos procesos requieren un tiempo para ser seguros y efectivos. ¿Cómo se está recortando el tiempo?
Salvador Macip: Ahora estamos tomando todos los atajos posibles, estamos viendo que hay vacunas que se las dan a un voluntario y se le infecta con el virus, que es algo que éticamente no se hubiera pensado nunca, es algo que no se podría hacer en ningún caso, pero ahora se hace porque es una situación muy especial en la que realmente tenemos que ir muy deprisa. Lo que estamos viendo ahora no lo habíamos visto nunca. Tener 125 candidatos a la vacuna es inaudito, normalmente tienes 2 o 3, como mucho.
Hay mucho dinero, muchos recursos y mucha gente trabajando, es algo que no habíamos visto antes y que es positivo porque demuestra que la ciencia, si le dan dinero, puede trabajar mucho más rápido. También es peligroso hasta cierto punto porque, como hay prisa, puede ser que tengamos resultados que todavía no sean seguros y se tomen como tal aunque haga falta comprobarlos. Las vacunas, al contrario de lo que se puede pensar, son fármacos muy seguros con muy pocos efectos secundarios una vez pasan los controles básicos. Creo que, acelerando el proceso, podemos comprimir todos estos años que requiere en un año o año y medio, si todo va bien. Pero eso es la fase experimental, la siguiente fase es la de la producción, que es algo muy diferente.
NG: ¿Qué tiene de diferente el proceso de fabricación?
Salvador Macip: Cuando hay una vacuna que funciona, hay que construir una fábrica para producirla. Cada vacuna es diferente y tienes que empezar de cero. Lo interesante es que se están utilizando técnicas experimentales: hasta ahora, las vacunas utilizaban unas proteínas del virus para generar una respuesta inmunológica. Para fabricar una vacuna como la de la gripe se inyectan huevos con la proteína para que generen esa respuesta y cada año las vacunas de la gripe se fabrican así. Es un proceso lento. Ahora estamos viendo vacunas que se están fabricando con células, trozos de genes del virus. Todo esto es nuevo, hace tiempo que se sabe, se conoce y se ha estudiado, pero nunca se ha producido masivamente una vacuna de este tipo. Estamos explorando técnicas nuevas que requerirán fábricas nuevas y sistemas de producción nuevos que quizás no tenemos de forma masiva aún. Habrá que construir rápidamente esas fábricas, porque tenemos que dar millones de dosis, literalmente, y quizás va a ser más largo esto que el proceso de descubrir la vacuna.
NG: Dadas estas situaciones tan inusuales y la buena respuesta de la ciencia, ¿podemos extrapolar esto de cara al futuro a nivel de inversión, recursos y personal para la ciencia y trabajar en vacunas como la de la malaria?
Salvador Macip: La malaria afecta a partes muy concretas del mundo y en Europa no la vemos desde hace más de 60 años. Si tuviéramos malaria en Europa o en América, tendríamos una vacuna ya. Es triste porque cuando se trata de un problema que afecta a la economía de los países desarrollados se invierten millones para solucionarlo. Cuando esto afecta a las economías de los países en vías de desarrollo nadie hace caso. Si invirtiéramos durante un par de años los mismos esfuerzos que estamos invirtiendo ahora, la malaria estaría solucionada. Causa millones de muertes al año, mata mucha más gente que la COVID-19, pero una ha paralizado la economía mundial y la malaria no paraliza nada, solo mata y destruye los recursos de los países de una zona que no es prioritaria para los países más desarrollados.
NG: ¿Aprenderemos después de estos meses?
Salvador Macip: Esta pandemia muestra que, con esfuerzo, tiempo y dinero, podemos solucionar casi todos los problemas. La ciencia tiene estos recursos, lo que pasa es que la ciencia es lenta. Si le metes más recursos irá más rápido. Siendo un poco utópico, creo que podríamos aprender de esta situación, aunque sería más interesante no tener que llegar a esta situación para actuar. Cuando llega una crisis es cuando se exige a la ciencia que haga todo muy rápido. ¿Por qué no, en vez de esto, damos un mayor presupuesto a la ciencia para que pueda ir trabajando a su ritmo y preparándose para el futuro?
NG: Muchas de las universidades más influyentes y famosas del mundo, que también cuentan con grandes centros de investigación, cobran unas matrículas con precios estratosféricos comparados con el resto de universidades. ¿Sería posible plantear este debate de cara a un mayor desarrollo de la ciencia en nuestro país?
Salvador Macip: Es un debate interesante. Normalmente, la investigación se hace en dos sitios: en la universidad, que en nuestro país tiene un papel fundamental, y también en centros de investigación que no tienen esa vertiente docente. Normalmente se mezcla educación y ciencia, pero lo cierto es que son dos cosas diferentes. Podría ser una manera para obtener más fondos para la investigación si las universidades tuvieran un gran presupuesto interno para poder investigar mejor, pero me parece solucionar un problema creando otro.
NG: Aumentando la desigualdad.
Salvador Macip: Se acabaría creando una universidad elitista que podría crear un problema social diferente al de la investigación. Obviamente no soy político y para mi es muy fácil decir que tenemos que dar más dinero a la ciencia, pero es una de las primeras cosas que se recortan porque no da un rédito inmediato. Es más fácil. En política se suele pensar a corto plazo, en legislaturas de cuatro años, y antes se construirá una autopista o un aeropuerto que dar dinero a la investigación. Una autopista se puede enseñar e inaugurar en un par de años, en cambio un resultado de un proyecto científico tardará diez años y, cuando llegue este resultado, seguramente ese político no seguirá en el cargo. Este problema endémico de la ciencia que depende del dinero público es muy difícil de cortar.
NG: ¿Y cómo podemos hacerlo?
Salvador Macip: Creo que la diferencia está en la cultura científica del país, en un país como el Reino Unido la ciencia está más metida en la sociedad, la gente lee libros de ciencia. Algunos de los personajes más famosos del Reino Unido son científicos: hablas de David Attenborough y todo el mundo sabe quién es porque es el Félix Rodríguez de la Fuente de nuestro tiempo. Ahora no hay estas figuras científicas en España porque hay mucho menos interés. Es un círculo vicioso: hay poca gente divulgando porque igual hay pocos lectores, pero hay que romper esa dinámica circular en algún momento. El truco está en las escuelas, hay que generar más pasión por la ciencia, que se entienda para qué sirve la ciencia o, directamente, la importancia que tiene la ciencia en la sociedad del siglo XXI, que está en todas partes y tenemos que saber un poco de ciencia aunque seas de “letras”, de la misma manera que si eres de “ciencias” tienes que saber de letras, es más transversal.
NG: Estamos hablando de intereses personales que alimentar desde muy pequeños. ¿Cómo podemos despertar esa pasión por la ciencia?
Salvador Macip: Empezando a formar personas en la escuela de una forma más amplia para que, cuando crezcan, formen a sus hijos también y se extienda en la sociedad para que entienda la importancia de la ciencia. Si la sociedad entiende la necesidad de la ciencia, los políticos la van a entender. Si hay recortes en sanidad o educación, la gente sale a la calle y se manifiesta. Cuando hay recortes de ciencia nadie se da cuenta. Aunque los científicos salgamos a quejarnos tenemos menos visibilidad, creo que es un problema muy difícil de revertir si no cambia la cultura del país. Lugares con más cultura científica invierten más dinero en ciencia. No sé de donde lo sacan, pero lo sacan. Si ellos lo hacen, nosotros también podemos hacerlo.
NG: Ya que estamos hablando de desafíos estructurales, hay un elemento que está presente en toda la sociedad y sin el que el mundo ahora mismo sería completamente distinto. ¿Cómo habría sido esta pandemia sin internet?
Salvador Macip: Es muy interesante porque esta pandemia hace 30 años habría sido totalmente diferente. Hay dos factores relacionados con el flujo de la información. Uno es la capacidad fantástica que da internet: la inmediatez. En cuestión de horas sabes lo que está pasando en la otra parte del mundo, aunque haya intereses que traten de taparlo. Esto antes era imposible. Toda esa información que circula tan rápido es positiva y permite a los científicos estar al día, han analizado los genes del virus y la información ha circulado al instante gracias a las redes y las plataformas donde se publican.
NG: También hay un factor negativo...
Salvador Macip: Claro, la parte negativa es que con la información también fluye la desinformación. ¿Cómo alguien que no tiene conocimientos básicos sobre el virus puede decidir quién tiene razón y qué recomendaciones seguir? Es muy problemático. La misma ventaja que tiene internet nos está perjudicando en la parte de la desinformación. Cuando este tipo de informaciones llegan a las redes, se multiplican por millones. No sé si sería mejor o peor una pandemia sin internet, pero sin duda tiene partes negativas también.